lunes, 22 de agosto de 2011

LOS DEMONIOS DE DON CRISTIÁN


Cristián Labbé
¿Crees en brujos, Garay?
-   No sé, pero que los hay, los hay.   Era el típico refrán popular que buscaba explicar aquello que comúnmente no podía explicarse, al menos rápidamente, la muletilla preferida de los que optaban por dejar al imaginario de cada cual la solución que mejor les pareciera, de tal suerte que  nunca se agotarían los esfuerzos por buscarle la quinta pata al gato, ni habría que desgastar neurona alguna en demostrar bajo al figura de la objetividad una teoría que justificara tal o cual postura.  En definitiva era la monedita de oro, el comodín soñado a la hora de las argumentaciones, porque esto de tener que brindar explicaciones no sólo resulta incómodo, sino que además indigno cuando de jerarquías se trata.

También resultaba adecuado a la hora de meter la cuchara para revolver el gallinero y exacerbar los ánimos de algo que nos diera lata tener que identificar al menos con un digno sustantivo y así endilgar al resto sobre las intenciones de nuestra propuesta.

Es que a la hora de expresar  pareceres, bajo ciertas circunstancias, el protocolo pareciera ser lo menos importante, como si los que finalmente reciben el mensaje, en su conjunto, no pasan de ser más allá de una “manga de inútiles subversivos” que poco y nada de respeto ni formalidades merecen.


Ese pareciera ser  el escenario en que el alcalde de Providencia dejó caer sus exabruptos el día domingo 21 de agosto, en una entrevista de Radio Cooperativa, cuando se refirió a Camila Vallejo y al movimiento estudiantil:    “aquí se entiende que el lucro es algo perverso: una señorita que alega y que moviliza medio país porque tiene cara así como media endemoniada, entre porque es bonita o porque es medio inteligente tiene al país de rodillas y nosotros todos sentados”.  

Ni hablar de las expresiones hacia al Presidente del Colegio de Profesores, que sólo agravan la falta.

Al menos tiene meridianamente claro que se trata de “medio país”, si entendemos por ello al 80% de la ciudadanía que apoya las demandas por la educación. 

Sin embargo, las otras lecturas que se desprenden de aquellas palabras pueden ser menos inocentes de lo esperado.  Es que los puntos de vista pueden ser de una  lógica muy distinta a la de los principios democráticos, porque no hay que perder de vista que los dichos pertenecen a alguien que se formó bajo el alero de la verticalidad del mando, cuando en los años duros de Chile, se ocupaba de infligir lagartijas y tiburones a todo aquel que insinuara una mirada reflexiva, porque en dictadura nadie discute, y las discrepancias se exorcizaban con un corvo.

También pareciera ser que para el alcalde, la democracia es buena cuando se pude usufructuar de ella sin ningún tipo de límites (al menos comerciales) y resulta del todo ineficiente cuando son los demás los que se expresan demandando el fin de los negociados. 

Todo ello, no es más que el reflejo de su impotencia, que observa como la juventud de un Chile muy distinto, uno sin miedo, sale a la calle con alegría a vivir una fiesta de la esperanza, de manera que Labbé habla desde la herida atravesada en el chunchul mismo, y que no lo deja ser feliz como en los tiempos aquellos, cuando se satanizaba a los adversarios para eliminarlos después con la satisfacción de haber desprendido de la patria  aquellos seres malignos y perversos.

Demonizar a Camila es un efecto residual de su formación, un instinto, un reflejo indecoroso, que a estas alturas pareciera ser el extraño mal de más de algún alcalde y uno que otro senador, de modo que Labbé, Zalaquett y Carlos Larraín emulan ya a la Santísima Trinidad de la incontinencia verbal de la política chilena.

“Por la  boca muere el pez”  escribía la senadora Allende, en respuesta a los desatinos del alcalde, aunque tal vez, lo más probable es que haya querido expresar lo que algunos comentarios de los blogueros repetían con impetuosa claridad   cuando le recordaban al ciudadano Labbé que los demonios no son el pueblo movilizado pacíficamente, que los demonios no salen a la calle junto a sus hijos con un remolino en las manos, los demonios son aquellos que torturaron, los que quemaron a Carmen Gloria Quintana y a Rodrigo Rojas, los que degollaron arteramente a tres profesionales, los que asesinaron al General Schneider y Carlos Prats.

Pero es bueno saber que parte de la democracia es entender el juego de las manifestaciones, que el poder es sólo un préstamo otorgado por la voluntad popular, esa misma decisión que llevó casi un millón de compatriotas al Parque O”Higgins, dando muestras que este país entró definitivamente en el redil del empoderamiento ciudadano, conscientes del poder que tienen, y que estos desaguisados edilicios ya no representan las mayorías chilenas, es más, decididamente no creen que haya que encender ningún fuego donde quemar a Camila, ni pedirle a Monseñor Medina ningún exorcismo para purificar el alma de nadie.  

Porque nadie cree, Sr. Labbé, que en alguna parte de mundo se comen a los niños, ni estamos en la Edad Media, cuando bastaba hasta la irresponsable acusación de un niño, para dar muerte en la hoguera a alguna mujer endemoniada.   Por reguleque que esta democracia sea, es tiempo de pensar que finalmente será la voluntad de los ciudadanos la que regirá los destinos de Chile, esos mismos ciudadanos que hoy sufren los rigores de una administración insensible y aferrada a los últimos estertores de un poder cada vez más alejado del alma nacional.

Educación gratuita, y de calidad, ahora.   Fin al binominal, plesbicito nacional ya.



Gabriel Reyes,
Cónsul PPdM para Puerto Montt.
http://gabrielreyeschile.blogspot.com

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