lunes, 28 de mayo de 2012

RE-FORMA



Anuncio de re-forma tributaria

Recuerdo a mi profesor de sexto básico:  “La cuna del progreso está dada por el esfuerzo”.  Desde chico nos enseñaron la importancia del ahorro, ese pequeño capital que un día sería la base del emprendimiento, para que con el empuje y la perseverancia aportemos al engrandecimiento de Chile.

Recuerdo el énfasis, las pausas de la voz, la solemne gravedad de aquel discurso frente a nuestros rostros atónitos.   Aquellas frases repletas de la enérgica convicción que los profesores de antaño infligían a la clase, donde el silencio más absoluto acompañaba aquellas palabras sinceras y refrescantes como un río de sabiduría sobre nosotros, sedientos y deseosos de descubrir los secretos de la vida.

Bellos y lejanos días de aquellas aulas maravillosas donde las pausas y los silencios eran compañeros inseparables del respeto mutuo entre profesores y alumnos, parte de un discurso hoy en vías de extinción, y en algunos casos definitivamente fenecido.  Pero la vida sigue y sus caminos  endilgan lejanos horizontes y recovecos jamás imaginados.  Recuerdo que quería ser médico, así podría mejorar a la gente, también periodista, dibujante o fotógrafo, tal vez actor de teatro, con ese misterio del escenario a media luz.  Sueños que se torcieron como volutas de humo, hasta convertirme en contador, cumpliendo el  sueño de mi padre -porque antes los hijos acataban sin demasiadas dilaciones la decisión paterna-


Así los numeritos han sido buena parte de casi toda mi vida, no digo que los amo ni que muero por ellos, pero han sido algo así como una sombra canina, demasiado fiel a pesar de los días nublados.  Los rigores del destino -y de la historia- me hicieron independiente, o sea, cautivo del emprendimiento forzado, única manera de dejar de ser cesante, de tal foma que había que ganarle al oscurantismo y levantar la cabeza con orgullo.

Siempre pensé que el trabajo dignifica y como tal, de alguna forma, llevaría a cabo las enseñanzas que antaño mis humildes profesores habían inculcado a fuerza de consejos y abnegada formación docente.

Más tarde o más temprano se comprende que el mundo ideal está re-contra lejos y muchas veces hay que raspar los dientes contra una realidad tan distinta de la tibieza de aquellos abnegados esfuerzos de antaño. 

Como contador, he tenido que luchar incansablemente para entender la tributación desde la lógica del legislador (muy distinta a la cotidiana) incluso desvestirme de mi propia convicción para formar parte de un mundo supuestamente neutro y por sobre todo garante de la fe pública.  El ejercicio de mi profesión me ha llevado por los vericuetos y volteretas que dificultan la comprensión de antojadizas y muchas veces abstractas formas con que el legislador construye su maraña legal, en un andamiaje de finísima arquitectura, donde solo el ojo experto puede leer y descifrar certeramente (Aclaro que aún gozo de una buena miopía).  De ello depende un buen diagnóstico y por ende una buena solución; y una buena solución debiera ser una buena paga.  (Pura lógica, parece).

Desde ese punto de vista, estimado lector, quisiera permitirme la osadía de comentar someramente algunos pareceres de esta Re-forma tributaria que el Ejecutivo ha despachado con suma urgencia para que el Congreso Nacional la transforme lo más apuradito que pueda en ley, de manera que la recaudación de impuestos crezca al menos en 700 millones de dólares y contribuir al erario nacional, y sobre todo para satisfacer demandas de los estudiantes:  ¿Quién podría negarse a tamañas intenciones?

En primer lugar subir el impuesto de 1º Categoría al 20% para las empresas  suena tan bien que hórridos pataleos se escuchan inmisericordes.  ¿Los escucha usted por los cuatro costados?  Nada más lejano de la realidad,  porque una cosa es como suena y otra es cuán efectivo puede ser.   Subir al 20% un impuesto que luego se otorga como crédito a los socios para que enfrenten su impuesto personal es como cobrar 20 y  entregar 20, de manera tal que la recaudación neta es 0.  Por eso es que esta Re-forma se asemeja más al defecto de forma, que devela de un portazo su grado de imperfección,  el que claramente no llega al límite que debiera.

Pero, ¿y si de verdad hay que pagar más?, el mayor costo simplemente se trasladaría a los clientes vía precio final.  Más simple de lo que parece, porque en un país donde la concentración de la riqueza descansa en un par de decenas de familias, los acuerdos no se hacen esperar.


Esta forma de proceder, es precisamente un molde que se vacía y forma algo que los chilenos ya conocen bien: la continuidad de una estructura insuficiente que una vez más no será bastante para responder las exigencias de un país distinto.

Es que la “Re-forma” -no la puedo llamar reforma- ya que una reforma en serio, por definición,  es aquella que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo, y claramente la innovación es lo más lejano que encontramos en este ajustito tributario.

Alguien dirá que exagero, pero sigamos analizando:  “Las familias de clase media por primera vez podrán rebajar los gastos que los hijos incurren con razón de sus estudios universitarios”. ¡Esto si que es nuevo, innovación pura!   Claro que a la luz de una buena vela, la constante de la letra chica hace una vez más su indigna aparición:  ¡Recórcholis!, no son todos los gastos, ni siquiera la mitad de ellos, y de lo rimbombante del anuncio, de bruces  a la destemplada realidad:  Este beneficio es para que las familias rebajen dichos gastos del impuesto Global Complementario, en otras palabras, aquellos que “pagan” Global.  Estimados, en Chile, alrededor del 5% de la población activa paga este impuesto.  O sea que la señora Juanita (con don Juanito juntos) que no llegan entre ambos a un ingreso de $ 700.000 no rebajarán nada.  Es más, alguien más afortunado, que gane unos $ 800.000.- (y que si paga el impuesto único a los trabajadores), en su caso la rebaja alcanzaría a unos $ 1.500.- mensuales.  Eso,  no es “cambiarle la vida a los chilenos” como orgullosamente lo presentó Su Excelencia, y que después burdamente cacarearon los noticieros.  Eso es digno de un insulto que un rábula profiere a la meridiana inteligencia de los chilenos.

Es que así se ha construido Chile, apostando por el leguleyo indocto, por la imperfección de una inexactitud, por la ignorancia de un pueblo que ni idea tiene de un marco tributario que siempre le ha parecido tan ajeno, y donde tan solo un selecto grupo de entendidos navega en la ardora del conocimiento.

Sin embargo el tiempo no pasa en vano y esta juventud nos sorprende cada instante con un resplandor muy diferente a décadas anteriores, los actuales líderes del movimiento estudiantil demuestran que también son capaces de incursionar, para mi gusto -con precisión quirúrgica- en materias que antes estaban vedadas al conocimiento juvenil.  Ello es signo inequívoco que la rueda de la historia no retrocede.  Gabriel Boric, lo dijo con todas sus letras al calificar este ajuste como una típica acción gatopardista (donde se cambian muchas cosas para que todo siga igual).   Clarito.

También se rebajará el impuesto de timbres y estampillas.  Nuevísimo.  Un  tremendo avance para aquellos que mueven instrumentos financieros, compran propiedades y demases.  (O sea, la sra. Juanita otra vez quedó fuera).


Nuevo Sipco, ¿una ley para bajar $ 30 los combustibles?  Los mismos que subirán 30 ó 40 en un par de meses.   Todo un logro, al parecer.  De más está decir que las empresas si pueden rebajar un % del impuesto específico, en desmedro  del ciudadano común que sigue cooperando con la construcción de carreteras que ya están construidas, pagadas y concesionadas -pero que hay que seguir pagando,  ahora a los privados-

Claro que este proyecto nada dice sobre una eventual rebaja del IVA a los alimentos de la canasta básica, por ejemplo, o a los libros, o el eventual aumento del mismo a los artículos de menos necesidad, suntuarios o de lujo.  En otras palabras, los ricos seguirán pagando lo mismo mientras que la gran mayoría a duras penas para la olla hasta fin de mes.    Bueno no nos olvidemos del “güisqui”,  ése va a subir, para descontento de algunos(as).

Pero poniéndonos serios, esta Re-forma (o a-justito) representa en su esencia, el más fiel espíritu de una derecha económica indolente que ni se inmuta frente al clamor ciudadano, y que parece muy cómoda en la desidia, porque la negligencia y la inercia le ha rendido el sabor de una  fruta jugosa y dulce, que mantiene por décadas inalterable la estructura regresiva de los impuestos.



Si de verdad el gobierno quisiera recaudar mayores tributos, en beneficio de los chilenos, como se pregona desvergonzadamente, innovaría en materias altamente injustas y obsoletas:  Nada se ha dicho sobre modificar el sistema de rentas presuntas, donde se tributa sobre el avalúo fiscal vigente de los vehículos de carga.  Pongamos un ejemplo:  Un señor tiene camiones y vende $ 117.000.000.- en el año, ¿cuánto impuesto paga?   Nada, lo que paga mensualmente se lo devuelven.  (el pago mensual del PPM es igual al 0,3% del avalúo fiscal del o los vehículos, y eso, por lo general, supera con creces el impuesto anual, la diferencia  -o sea, casi todo- se lo devuelven).  Claro,  tiene un límite de ventas para no quedar afecto a contabilidad:  3.000 UTM, algo así como $ 118.000.000.-


Pero es peor aún en el transporte de pasajeros, aquí las ventas “no tienen techo”.  Es decir, si un señor vende en el año $ 1.000.000.000.-  ( o 10.000 millones, da lo mismo) tributará bajo esta misma modalidad, claro que sí, es por eso que empresas de este tipo han llegado a tener hasta aviones.  Pero de esto ninguna iniciativa de un gobierno que se presentó ante la ciudadanía como una alternativa de excelencia, solo vista gordita.

Nada se ha tocado ni se ha dicho sobre los Fondos de Inversión Privados, donde hay mucha tela que cortar.

En nada se ha re-estructurado el “Fondo de Utilidades Tributarias”, donde los socios de las empresas -por sus retiros- tributan hasta por el tope del FUT.  Qué significa aquello?  En palabras simples, quiere decir que si un socio (o empresario individual) retira efectivo, va a tributar por ese retiro, pero solo en la medida que la empresa de donde saca el retiro tenga Utilidades Tributarias (o Fut), y si no tiene??  Aquí está la trampita:   saca las platas igual, pero tributa 0, esas platas quedan pendientes de tributación hasta que la empresa tenga Fut.  De esta forma se han sacado miles de millones de pesos sin pagar ni uno.

De más está decir que las compañías pagan buen dinero para que los expertos creen las condiciones en que la empresa de donde se retira tenga pérdida y nada de Fut.  Ello recibe el nombre de “Elusión” y camina por el filo de lo legal, pero su ilegalidad no puede probarse.  No por nada queda la percepción en al acervo popular de que “hecha la ley, hecha la trampa” y algo de ello, acaso no mucho, recorre el alma y los tuétanos de un país que presiente, desde que se tiene razón, esto que la ley es como una telaraña:  atrapa al más chico, pero se rompe con el más grande. 

Hablando de los grandes, por pura casualidad muchas de las mineras están bajo esa condición. -esos son los peces gordos-  Pero no nos confundamos, tener pérdida no significa no tener liquidez (lukas), acá las pérdidas son meramente “técnicas”, de manera que esa misma empresa tiene mucho dinero y también mucha pérdida.


¿Cómo es posible?  Resulta que en nuestro querido Chile, el sistema de Corrección Monetaria, si bien corrige el valor del Activo Fijo (maquinaria que ayuda a desarrollar la actividad) también autoriza a “depreciar” dichos bienes, es decir, les rebaja el valor por el desgaste.  El tema es que también se autoriza depreciar “aceleradamente un bien en un tercio del tiempo normal”, de manera que la pérdida que se produce es un 70% más veloz.  Eso genera la pérdida.  Y si no, aún podemos echar mano  a resquicios como el leasing, donde la pérdida podría apurarse varias veces más.
¿Súper justo, verdad?


Y qué decir de la “Reorganización empresarial” donde el Fisco pierde toda capacidad de tasar los aportes entre sociedades.  Nada raro encontrarse cada cierto tiempo con la “fusión” de grandes compañías, bancos, Retail, Etc.  Y donde se trasladan enormes sumas de mercaderías y de dinero, sin pagar un peso de impuestos.  (digo impuestos en plural, porque no se paga iva ni renta).



Entonces, ya es tiempo de romper el molde de la continuidad.  Chile no puede seguir siendo un país secuestrado por un puñado de sinvergüenzas.  Siempre he creído que mientras más alto podamos llegar, más humilde y más honesto debiera ser el proceder, por respeto a quienes no han tenido la misma ventura, pero el reflejo del espejo me devuelve una sociedad arribista, revolcada en fango de la avaricia, que sigue luchando para conservar sus prebendas a través de la concentración de la riqueza y los oligopolios.

No se trata de transformarse en un erístico propenso a la discusión por el solo placer de la controversia, sino de esgrimir razones técnicas que forman parte de nuestra veleidosa legislación construida al amparo de los Ejecutivos de turno, de las comisiones, y de nuestros honorables, que así las cosas, han demostrado a través de las décadas -incluidas las dos últimas-  que lejos de legislar a favor de sus humildes representados, se han dedicado más a la sastrería, y efectuar trajes a la medida de las compañías y sus lobbys, olvidando sus orígenes, las promesas de campaña y el bienestar de los chilenos.

Una reforma tiene más que ver con la estructura de fondo -incólume en este nuevo proyecto- donde se proponga y proyecte la innovación y no solo tengamos que conformarnos con la suerte que se logre mejorar “algo”, más que conformarnos con la verborrea decadente de un sistema político, que desde hace tiempo, hace agua por todos los costados. 



Estudiantes dicen no a la  re-forma.

Este es un país que se pavonea de sus logros y de su ingreso per-cápita, cercano a los US$ 17.000,  de pertenecer a la OCDE, que se regocija de sus misiones empresariales a través del mundo (con plata de todos los contribuyentes) mientras se esconde las paupérrimas condiciones de vida de la gran mayoría, (el 60% de la población vive con menos de $ 350.000) la insostenible miseria de los hospitales, la desventura de una juventud perdida en las poblaciones más vulnerables, ello no deja más que la huella del oxímoron de una grotesca belleza donde el crecimiento negativo, descaradamente, se barre bajo la alfombra.


“Hay dos panes, Ud. se come dos.  Yo ninguno
Consumo promedio:  un pan por persona”.

(Nicanor Parra).




Gabriel Reyes
Cónsul PPd M para Pto. Montt