lunes, 20 de febrero de 2012

EL ARTE DE LA REPLICA

Teófilo Haro.

La última semana ha estado tan movida que los recuerdos del 27F se agolpan en los medios, donde declaraciones más declaraciones menos, dardos para allá y otros para acá parecen ser la tónica que justifica todo.  Toda la culpa pareciera recaer en uno y otro bando dependiendo de quien vocifere primero y quien replique la réplica del replicador de turno, porque si en algo somos “secos” es en este magnífico arte de  replicarle al otro y ver “la paja en el ojo ajeno”.  Así que a ponerle la firma de antemano que nadie es culpable de nada por las lentas reacciones en el terremoto y por supuesto nadie es culpable de nada en esto de la reconstrucción, porque estamos todos trabajando 24 horas los siete días de la semana.  Acá los únicos culpables son los numeritos, claro, esos que no cuadran por ningún lado y que han dejado de ser objetivos y seriecitos:  El Gobierno dice que llevan un 47 por ciento de reconstrucción, mientras que el Observatorio Ciudadano para la Reconstrucción, de la Universidad de Chile, insiste en esto de replicar que solamente un 10% de las viviendas se han entregado.


viernes, 3 de febrero de 2012

DE TEMORES Y TEMBLORES

El señor de los temblores.
Dicen que el emprendimiento es la cuna del progreso, algo así como “a quien madruga Dios lo ayuda”, así que hay que levantarse muy de madrugada para llenarse de la venia del Señor y caminar con júbilo la senda de esta buena vida.  Porque hay que vivirla aunque a veces nos parezca algo difícil, injusta o desaliñada.

Claro que los titulares matutinos me llevan de bruces a creer que debo ser poco menos que anarquista, antisistema, o por último anti-todo, porque el carepalismo y el eufemismo señorean las portadas como si los lectores fuésemos aquella animalada sin más horizonte que la que enfila directo al matadero.  Aunque la verdad es que de pronto basta mirar las caras de la gente arriba del colectivo o en los paraderos, para creer que hoy mismo nos inducen desde alguna súper galaxia este autodestructivo estado de idiotez casi hipnótico, este cotidiano menester de dejar pasar y dejar hacer.

Es que ya nadie recuerda los versos de (V. Maiakowski, poeta soviético, 1893-1930) en su “Libertad de Expresión”:

La primera noche/ ellos se acercan y cogen una flor/ de nuestro jardín,/ y no decimos nada./ La segunda noche/  ya no se esconden/  pisan las flores, matan nuestro perro/ y no decimos nada./ Hasta que un día/  el más frágil de ellos/ entra sólo en nuestra casa,/nos roba la luna, y/ conociendo nuestro miedo/ nos arranca la voz de la garganta./ Y porque no dijimos nada/ ya no podemos decir nada./




¿Qué nos ha ocurrido, para dejar hacer a destajo y que esta tierra sea la del escandalillo, y el oportunismo disfrazado de la más burda legalidad?  Es probable que después de tanto castigo infligido a punta de terror, de sangre y fuego, Chile pierda el norte republicano y este pueblo se hubiese enconchado en sus temores, en el individualismo inmisericorde de la apatía y el silencio, a pesar de las décadas.   Ortega y Gasset decía que de a poco -como humanos modernos-  cedimos el terreno hasta convertiros en el hombre masa, para dejar que otros decidan.  Que otros se den el trabajo de pensar, así sólo nos dejamos llevar por esa gran ola del desgano, entregando la voluntad a un grupo de mercachifles.

Es cierto que de pronto un nuevo Chile parece florecer por las grandes alamedas, pero seamos claros:  No basta la voz de los estudiantes.  ¿Acaso ha cambiado la dirección del gobierno respecto de la educación nacional?  ¿Acaso todas esas decenas de marchas que la mayoría ciudadana aplaudió desde el fondo de su corazón, no se despeñan como terrones contra el suelo amargo de la sordera oficial?  Y acaso esa evidente desazón no  reproduce una y otra vez la crudeza de las encuestas públicas, y sin embargo nada.  Nada es capaz de doblar la mano de una administración indolente cuyo norte pareciera ser el extravío permanente, con rimbombantes volteretas de carnero incluidas, tan periódicas como desconcertantes, que no hace más que corroborar esta impensada imagen del desorden.  ¡Eso! -replicó Jovino Novoa- por supuesto sin la inocencia del despelote permanente que la ciudadanía capta “ a ojo de buen varón”.


 El “desorden” que Novoa le enrostra al Ejecutivo representa el sentimiento más profundo de la derecha dura, no de aquella otra vertiente populista que cacarea como un triunfo esto de la portalibidad numérica, sino más bien aquella que cierra todos los espacios a la competencia de verdad (ver el caso Nextel), aquella que prefiere pagar un par de multas con tal de cerrar el paso a nuevos actores que se repartan la torta; casi como cuando los clandestinos pagan el parte para seguir vendiendo alcohol una y otra vez, sólo que este clandestinaje es de tal envegadura que se necesita algo más que la orden municipal para clausurar el cuchitril.

La inquietud de Novoa remece el andamiaje anquilosado desde hace décadas, y que buenos frutos ha rendido desde la esencia ideológica con fue diseñado:  Un sistema binominal inamovible, para la “estabilidad” del país, si entendemos por estabilidad la ignominiosa manera de repartirse el poder político a dos bandas, donde ya nadie es fiel a sus convicciones sino a cuanto lobbysta pulule por los pasillos del Congreso, estabilidad donde las grandes cadenas se  afilan al colmillo para  recaudar utilidades al más puro estilo medieval, donde las recaudaciones simplemente se han modernizado y el antiguo feudalismo se ha transfigurado.   Evolucionar la manera de exigir trabajo barato y alto endeudamiento como la más eficaz forma de mantener el control económico de una población progresivamente asfixiada y desesperada.

No es raro aún -a pesar de las manifestaciones estudiantiles- encontrarse con un ciudadano clausurado, “a puertas cerradas”, introvertido y desanimado:  Sólo el quebrantamiento lo lleva a balbucear:  “Mire Ud., los cabros apenas lograron migajas, ¿qué le queda al ciudadano de a pie, aquel que no tiene ningún grado de asociación, donde la masa crítica es sólo él con su vendaval de urgencias?”.  Y no deja de tener razón:  Aún en nuestros días, aquí mismo en Puerto Montt, las prácticas ilegales en materia laboral son pan nuestro de cada día, hay empresas donde el contrato de trabajo es una mera formalidad,  donde los horarios simplemente no existen y el vapuleado principio de la certeza jurídica no pasa se ser un chiste grotesco, casi trágico, donde ni los feriados, ni los domingos, ni siquiera el sagrado descanso en las horas de la noche no se respeta, ni se paga.  Pareciera un exageración, de no ser por lo crudo y amargo de esta realidad fraudulenta y diariamente dolorosa.  Pero aquella ruin expresión del sistema resulta sólo en “el daño colateral del modelo”, según Novoa.





No es raro entonces encontrarse de bruces con grafittis que impactan: “La única iglesia que ilumina es la que arde”.   Ante la asociación de aquella iglesia que se nutre de los aportes de esta calaña de empresarios, los mismos que engalanan los dinteles de sus oficinas con cruces e íconos religiosos como si en ellos se lograra la fortaleza de la empresa, son los mismos que acompañan el Te-Deum anual en agradecimiento a la patria y la buena ventura de la gracia divina, donde la prosperidad se supone fruto del esfuerzo y el trabajo, esa tan alejada de la ilegalidad, del atropello, y del aprovechamiento de los más débiles y necesitados de siempre.

Me sorprende escuchar a respetados panelistas de más de algún canal de televisión cuando “no comparten” esto de que el sistema esté hecho para abusar.  No tengo más que admitirlo:  «no se siente (se ve o se experimenta) la realidad lo mismo desde una choza que desde un palacio».   El viejo Engels, lamentablemente,  aún sigue teniendo razón.


 Claro que el desorden impetrado por Jovino tiene que ver más con las intenciones reformistas al sistema político, que algunos desde la propia derecha gobernante han accedido a revisar y hasta “retocar”, de modo que en la génesis de este fárrago está la arrancada con los tarros, que según Novoa, se manda el Presidente.  El pacto de RN con  con la DC resultó ser casi la traición misma, un cambio de eje, toda una revolución inaceptable, sobre todo si el Status Quo ha sido tan, pero tan benévolo.  El problema es para quién.  Sin dudas no para quien pone las lucas, o sea, los sudorosos de siempre:  El tema es que estos ya dejaron de ser sólo la mano de obra más barata, o los impúdicos obreros que desde las alturas le gritan cosas a la niñas,  No señor, hoy los sudorosos incorporan nada más ni nada menos que esos viejos olvidados de la Concerta:  La insufrible clase media, es decir los que pagan todo, todos lo tributos habidos y por haber, los que no tienen depreciación acelerada que rebaje utilidades, los que no postergan el Global Complementario a través de reinversiones truculentas, los que no tienen asisitencialismo porque no lo necesitan, sino  toda esa educación carísima y de mala calidad, toda la ansiedad de una salud aún más cara y que es harina de varios costales que se vienen.


El asunto es que estos nuevos sudorosos, poco a poco, aunque lento en la mayoría de los casos, han aprendido a leer y buscar en la prensa digital, las redes sociales y cuanta página alternativa presente una nueva realidad, una visión distinta a las clásicas editoriales de El Mercurio o La Tercera, diarios que por lejos no representan las inquietudes de la gran clase media, de manera que éstos se nutren en una medida cada vez menos despreciable de medios más dinámicos y confiables.  Poco a poco, se va construyendo un país mejor informado, (horror de los horrores).

Desde esa perspectiva, los temores de don Jovino resultan casi razonables, una chusma informada lo hecha todo a perder:  -Ya ven Uds., casi embroman el negocio de la educación.

Además sería nefasto entrar a revisar el Binominal.   Una cosa distinta es que jodan por una palabrita, -esto de régimen militar o dictadura da lo mismo- y otra es cambiar el sistema de “estabilidad política”, eso duele en el alma de cualquier emperador, a fin de cuentas alma gemela de la dictadura empresarial que se ha mantenido camuflada durante  décadas, gozando de las generosas leyes de amarre que les dejara el augusto régimen.  A estas alturas lo temores de don Jovino le han  colmado la paciencia y con justicia se puede hablar de los temblores del caballero, que pataletas incluidas intenta frenar a como de lugar esto de los perfeccionamientos políticos.  Mucho más fácil esto de los perfeccionamientos tributarios, que a fin de cuentas no perfeccionan nada y los aumentos impositivos simplemente se trasladan a los precios finales, de manera que el mayor valor lo paguen los consumidores, total no hay mucho donde elegir y se termina comprando igual. 

Algo similar ocurre con las multas a las farmacias coludidas, que desde hace años vienen trasladando vía precios el “ejemplar” castigo fiscal.   Una lógica simple pero efectiva.  El comercio no se detiene, ni las ansias de devorarlo todo. 

Y nosotros ¿dejaremos una vez más que ellos se acerquen y se lleven nuestras flores?  el pimpollo de nuestra inocencia, o acaso los pétalos de nuestra apatía.  ¿Cuántas veces emergen en medio de descanso a través de uniformes noticieros, a través de sus diarios tendenciosos y faranduleros? Y no decimos nada.  Bueno, no tenemos porqué perpetuar la historia, ya nos robaron la voz durante mucho tiempo, es preciso creer en un mañana donde nuestra opinión se escuche y ocupe la soberanía que le corresponde.

El Chile que renace


El temor a la participación ciudadana son los verdaderos temblores del Sr. Novoa, la representación popular y proporcional pueden reescribir el destino y sacudir el determinismo político al que ha estado condenado este Chile.

Es hora de involucrarse, de volver a sentirse ciudadano, de re-encantarse con la vida y el futuro, par ello es necesario un camino donde las acciones dejen de lado la inocencia de una marcha y se traduzcan en posturas capaces de jaquear lo más sagrado de este  sistema de oligopolios:  El bolsillo de los usureros, mientras ello no ocurra “una marcha más o una marcha menos, da lo mismo”.


Gabriel Reyes
Cónsul PPdM para Puerto Montt