jueves, 30 de junio de 2011

NERUDA, Y LA MEMORIA INDIFERENTE.

Monolito a Neruda, Angol.
   
La sola idea del título de esta crónica parece una irreverencia, una inconsecuencia más de las muchas que habitan la memoria de nuestros semejantes, porque Chile es un país de olvidadizos, sobre todo cuando ello no representa créditos inmediatos, ganancias políticas instantáneas o al menos algún reconocimiento en el mediano plazo, porque claro está, así las cosas, pareciera,  no tiene sentido el sacrificio del recuerdo.

Cuando se acerca la fecha en que se celebre un aniversario más del natalicio del vate, de seguro se llamará tímidamente a la difusión de sus obras,  la TV le dedicará algunos segundos a la efeméride y a la relectura de sus trabajos, aparecerán concursos y  con suerte, se escuchará su voz por algunos minutos en alguna radio universitaria,  tratando de homenajear su obra.  Muchos rasgarán vestiduras y armarán la hazaña de su vida como un puzzle extraordinario, pero desechable.

En una sociedad donde cada vez menos el ejercicio de recordar es algo valedero, donde la inmediatez de la pantalla y su rol idiotizante corre como sabia subterránea inyectada minuto a minuto  entre la comodidad de los sillones y los dormitorios,  donde la línea editorial de las casas (des) informativas se orienta a la farándula y el adormecimiento intelectual como una forma de dominación subliminal a los efectos de lograr una sociedad despreocupada, poco rigurosa con su entorno, sobre todo con la memoria colectiva, no es de extrañarse que estos acontecimientos aparezcan de manera intermitente y mucho menos frecuente que lo esperado.  Es que la cultura pareciera ser patrimonio de unos pocos, relegada a las bibliotecas y unos cuantos quijotes anacrónicos.

Ya lo dijo Noam Chomsky –destacado lingüista, filósofo y activista norteamericano- en su decálogo para la dominación mediática y el control de países enteros:  Los medios de comunicación son la base de aquella estrategia,  ejemplo que Chile ha seguido a la perfección durante décadas, logrando con ello la generalizada apatía de la juventud por participar de la vida ciudadana, -aunque se escuchan otros aires- el alejamiento de la política como medio de construcción de una sociedad mejor, rol en que mucho tienen que decir los propios honorables al olvidarse de los reales intereses de la gente, que ve como sus prebendas aparecen indecorosamente como por arte de magia donde ellos debieran de ser los primeros en dar el ejemplo.

El desprestigio de la clase política, desde Concejales hacia arriba, -ellos son los que fijan los valores para el pago de  los estacionamientos públicos, pero acto seguido ellos mismos se eximen de tal obligación – deja crecer la interrogante que entonces queda en al vacío, sin repuestas en la indignación del ciudadano común y corriente, que vista la desfachatez de sus autoridades,  no siente ni cree que dichos caballeros sean dignos de prestigio alguno; el verdadero maestro predica con el ejemplo.

Tal es el grado de abandono, desde lo más simple, donde la ciudadanía queda atrapada en un sistema abusivo al cual no puede increpar sin perderse en el tiempo y  la maraña de un aparato sin rostro ni sensibilidades.

Ante ese escenario, al ciudadano le resulta candoroso creer que el Estado y sus instituciones  velarán por sus verdaderas necesidades, físicas, aspiracionales o intelectuales, sino más bien es ese Estado el que se nutre de sus artistas, deportistas o intelectuales, a quienes reconoce sólo después que ellos han logrado sacar adelante sus nombres sin ningún apoyo,  para colgarse luego de sus logros e hinchar el pecho a nombre de Chile.  De ello estamos llenos de sus vergonzosos ejemplos:  Gabriela Mistral recibió primero el reconocimiento mundial del Premio Nobel antes que el Premio Nacional de Literatura chileno, nuestro atleta Tomás González debió acudir de manera pública a la dávida privada para lograr equipamiento de gimnasio y alcanzar oros a nivel mundial, del cual ahora si, estamos orgullosos como país.  Algo no funciona en la cabeza, en la miopía  de nuestras sempiternas autoridades, que lejos privilegian la banalidad del exitismo económico, las convenciones de marketing, los financiamientos gratuitos para nuestras misiones empresariales a China o Centroamérica, porque seguramente ello posiciona a este país en algún lugar del globo, todo ello, claro, con los impuestos de nuestra aguerrida clase media.
 
Ahora que se avecina una fecha más del natalicio de Neruda, lo más probable, es que se comience a cacarear los cuatro vientos de lo mucho que ha significado para Chile el talento de sus universales escritos, y claro está, el mundo una vez más se rendirá ante el prodigio de su pluma, ante la humanidad indiscutida de su persona, ante el poeta del amor y el poeta social, ante el ristre de su pluma contingente, y todos hablarán de ello como “cierto autor de cierta gran poesía política”,  la que trascendió mucho más allá de su ideal, para trasformarse en una literatura cuyo patrimonio resulta universal.


De izquierda a derecha:  El destacado músico angolino Iván Riffo Cifuentes, el poeta Juan Campos González (Gabriel Reyes), el crítico Wellintong Rojas Valdevenito, y el narrador y poeta Gastón Sandoval. 









Entonces cabe preguntarse por qué tan digno representante de nuestras letras no ha logrado calar en el corazón de ninguna de nuestras autoridades, por qué ese Neruda universal que goza de reconocimientos en muchas capitales del mundo, en Chile, nada parece tocar la fibra de un digno reconocimiento:  Todo resulta más urgente.  Parece que la deuda de su memoria sigue, décadas después,  el camino de la indiferencia oficial, si ello representa aunar esfuerzos y recursos, pero lo más probable es que  pase por la falta de voluntad política de turno.

Distinto es el caso de Gabriela Mistral, donde el Valle de Elqui ha erigido el justo monumento a su memoria, y donde los visitantes rinden su  homenaje a la educadora escritora.

Se olvidan que Neruda ha sido el gran convocador, el arco por donde las diferencias sociales y políticas atravesaron enormes barreras unificadoras.  Así quedó demostrado en el memorable año 1984, donde un país entero se cobijó bajo su alero, cuando el “Neruda 80 Años” convocó a miles de opositores al régimen militar, su poesía fue la excusa y la mística de aquel tremendo movimiento político, artístico y cultural de una década clave para la recuperación de la institucionalidad chilena.  El país le debe más que un montón de libros en alguna biblioteca, sin duda está de por medio la gratitud de sus ciudadanos, que en su nombre encontraron el puerto donde recalar su admiración y sus dolores; pero Neruda sigue siendo el gran ausente para el bronce.

Algunas escuelas llevan su nombre, algunas poblaciones populares, pero nada que invite a alguna autoridad al compromiso, ni siquiera la fundación que lleva su nombre se ha interesado en levantar un monumento digno de reconocimiento, inquietud que describe en su libro aún inédito mi amigo Wellintong Rojas Valdevenito en  “Cien crónicas sobre Neruda”  - que dicho sea de paso serán 101, porque parte de la crónica 0-. 

Sin embargo, es bueno que se sepa que Neruda SI TIENE un monumento, un monolito erigido precisamente en el año 1984, y que desde entonces, se ha mantenido fuera de todo reconocimiento oficial, a pesar de la riqueza de su historia, de la caravana de estudiantes, escritores y artistas de todo tipo que año tras año le visitan y recuerdan como el único monumento al poeta erguido en tiempos de dictadura.    Lo que en ninguna ciudad de Chile se logró, con excepción de Angol, capital de la provincia de Malleco.  Ahí en la Plaza de la Población El Mirador, en la Plaza de los Poetas, se yergue sin disimular  su orgullo, por sobre la indiferencia de muchos, pero con el cariño de millones, una silente argamasa de concreto, que ha comenzado a hablarle al país y el mundo, porque ese monumento es el más representativo de toda la esencia que el mismo poeta hubiera querido:  Simpleza y tesón de anónimos cuidadanos, manos trabajadoras alejadas de la riqueza de las fortunas y del brillo de los metales oficiales, corazones de fuego cuya sístole y diástole parieron en medio de infinitas dificultades un monolito de piedra y cemento para testimoniarle a Chile y el mundo el cariño de su gente al vate universal.  Dos humildes palcas de mármol testimonian la gratitud y el compromiso, una de la Sech angolina (que ya no existe) y otra con un pequeño verso del Canto General donde el poeta señala su amor a los más desposeídos.

Ni la Municipalidad de Angol, ni la Dirección de Aseo y Ornato, ni la Dirección de Monumentos Nacionales, ni la Fundación que lleva su nombre se han interesado en reconocer este monolito  enclavado en un hito histórico, tal vez por la simpleza de su estructura, tal vez a la espera de mejores fanfarrias y divulgaciones, tal vez por la miopía de las urgencias,  o por celos malentendidos, tal vez para castigar la osadía inconsulta de sus constructores, lo cierto es que esta argamasa ha soportado décadas en un semi abandono nacional, ha soportado el paso y las rigurosidades del tiempo, la ignominia de los desalmados, y no hablo de los grafiteros de turno, sino de aquellos que con bombas y explosivos quisieron borrar de la memoria colectiva  la hazaña de su nacimiento.

Angol es testigo de ello, sin cámaras, ni videos, sin mega píxeles ni celulares con Internet incorporada, sin mails, ni Windows, ni nada de esta vorágine tecnológica de este vertiginoso presente, sólo el recuerdo de su gesta, la grandeza de sus colaboradores como la inauguración hecha por Francisco Coloane, un día claro y frío de septiembre de1984. 

Hace poco se reunieron, después de casi tres décadas, en Angol, el Comité gestor de la idea, uno de los acuerdos fue difundir esta obra por su carácter simbólico, su connotación histórica y la firme voluntad de rescatar del injusto olvido oficial en único monumento verdadero que Neruda tiene en Chile erigido en tiempos de dictadura.


 
Gabriel Reyes.
Cónsul PPdM
Puerto Montt, Chile.-


martes, 28 de junio de 2011

LA POLAR: ¡LLEGAR Y ROBAR!


Según la RAE, creatividad es:
1.  Facultad de crear, y
2.  Capacidad de creación.

Pero en este caso quiero apegarme a la extensión que Wikipedia hace de la misma, porque la explicación abarca conceptos más variados que nos ayudarán a entender este especial atributo de los seres humanos:

“La creatividad, denominada también ingenio, inventiva, pensamiento original, imaginación constructiva, pensamiento divergente o pensamiento creativo, es la generación de nuevas ideas o conceptos, o de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales.”

Recuerdo cuando pequeño la idea de pedir prestado el hilo de coser de mi madre -ella no sabía que yo se lo pedía- y además sacarle hojas al cuaderno para suplir esa imperiosa necesidad de elevar un volantín que no me podían comprar; los cuadernos pasaban susto, pero yo solucionaba creativamente la ilusión de volar una gran cometa, o cuando con pistolas de palo jugábamos una de vaqueros, creyéndonos John Wayne, era más práctico y a veces hasta más divertido que ir al cine.

Claro que cuando se crece, la creatividad se desarrolla en otras direcciones menos ingenuas y aparece el bichito del ingenio para conseguir  salir con la niña más bonita del curso, o tener el estilo más original, o ser el mejor jugador de básquet,  de manera que de alguna forma los (a) demás te miren.

Todo un apronte para lo que en definitiva se vendrá:  Transitar por la vida sin dejar pasar la oportunidad de levantar la cabeza a través del estudio y la honestidad de lo que se hace.  Si somos creativos, mejor.

Este concepto de inventar cosas nuevas por medio del  ingenio en busca de soluciones originales, con la firme voluntad de modificar o transformar el mundo, pareciera no tener límites, si no es cosa de ver los enormes avances tecnológicos, ya tenemos televisión 3D, o  científicos, como en el campo de la medicina, que ya nos ofrece curar el alzahimer a través de las células madres, Etc.   La innovación está presente desde que el hombre aparece en el planeta y usa (y abusa) de sus recursos. 

Por este lado (el del abuso) comienza a aparecer los innumerables problemas de la creatividad,
La misma tan anhelada y cateteada desde los primeros años de estudiante, a quién no le dijeron alguna vez en la sala de clase:  “sea creativo”, “ingéniesela”,  “póngale cachativa, señor”.

El problema es que estamos en Chile, y acá el que menos corre, vuela.  El que entendió el concepto claramente lleva las de ganar por sobre el resto, porque la agudeza del chileno es sublime tratándose de sacar ventaja, no así no más no tenemos un vilipendiado Transantiago, que de tanto perder plata, es seguro que si lo miramos por el lado correcto, alguien gana, porque es como una incuestionable ley compensatoria, si muchos pierden alguien tiene que ganar.

Lo que me lleva derechito a La Polar, llegar y robar.  Porque tantas deudas juntas y galopantes no deben confundirse como un desorden financiero locuaz y azaroso de la señora Juanita que ahora no tiene cómo explicarle al marido cómo es que su deuda de $ 250.000, en cosa de algunos meses ya son $ 5.000.000.-  (Dónde estaban los honorables legisladores que permitieron un 50% de intereses par la deuda impaga).   Simplemente impagable para el segmento de clase media al que apunta este sector del retail.  Sin embargo, detrás de aquellas angustias y sufrimientos, estaba toda la capacidad de invención, la maquinaria del ingenio al servicio de una gran estafa colectiva en desmedro de los menos creativos, o sea, de nosotros, los que confiamos en la rectitud de un sistema autorregulado, porque al fin y al cabo este  -como lo he dicho antes- es un país libre.

Claro que esta libertad y capacidad de invención en el ámbito económico tiene historias de todo tipo y fraudes de todos los tamaños, de manera que no es raro encontrarse dentro de las aulas universitarias, como material de estudio emblemático, los casos de la Enron,  WorlodCom, Dynegy, Ibercorp, Gescartera, Etc.  Es decir, para nada debiera sorprendernos cómo la imaginación de algunos desbarata la fe pública, destruye la confianza y las finanzas de quienes los mandatan justamente para lo contrario. 

Lo que ocurre, es que como estamos en Chile, pensamos que esto jamás pasaría, pecando de olvidadizos, porque nuestra historia está plagada de escándalos criollos más que descarados e inmorales:  Inverlink, el caso de Feliciano Palma y Lozapenco, el caso Chispas, las Casas Copeva, las Chuby,  los Pinocheques, Etc.,  sin olvidar los fraudes municipales, la irregularidades en la Digeder, el puente que valía callampa, o el Caso Kodama.   La historia es larga, y sólo algunos ascienden a la categoría de estrella de TV.

Lo triste del caso, que al igual que en las historias norteamericanas –al fin y al cabo somos la fotocopia feliz del edén- quienes de verdad pierden son los más indefensos, las minorías, llámese accionistas minoritarios  o confiados clientes, porque para ellos ninguna compensación les pagará el deterioro en su calidad de vida, los desconsuelos de la incertidumbre, ni la indignación de ser llevados a Dicom o las amenazas de embargo de sus bienes. 

Ni hablar de la baja en las pensiones, porque las AFP aún son dueñas de alrededor del 24% de las desplomadas acciones, lo que de alguna manera repercutirá negativamente en las pensiones de sus afiliados, aunque intenten bajarle el perfil diciendo que esas inversiones representan un monto marginal del alrededor de un 0,2%.  Se les quedan los bonos emitidos por la compañía, lo que hará subir el riesgo.

Y como la ambición no tiene límites; lo planes de expansión de la compañía junto al sistema del incentivo perverso de los “Stock Options”, que no son más que el suculento  premio por la excelencia del “management” logrado, no hace más que reafirmar lo ya ocurrido en la Enron norteamericana, donde el objetivo era el mismo que acá: maquillar, disfrazar el éxito de la empresa para lograr subir el precio de la acción y con ello cazar incautos nuevos accionistas minoritarios para financiar sus insaciables planes de expansión, calculados en unos $ 400.000.000.-   Por pura casualidad una cifra similar a las provisiones no realizadas y que están estipuladas por ley, a los efectos de cubrir a los deudores incobrables.  Estos aparecían como deudores vigentes, bicicleteados pero vigentes, por arte y magia de los imaginativos contables.

Es que en el terreno de la imaginación la ley es un escollo salvable, nada al lado del iluminado pensamiento divergente de los ejecutivos, de la “contabilidad creativa” destinada a  disfrazar los estados financieros para la conformación del fraude perfecto.

Pero ante el derroche de tan originales pensamientos, la imaginación surge como un proceso superior de la información con el fin de dar a luz tal descubrimiento, de manera que este pensamiento original represente aquello generado “dentro” del organismo, o sea, intrínseco, en ausencia de los malignos estímulos del ambiente:  Creatividad pura.

Pero más temprano que tarde, algo sale mal, y esta bicicleta financiera comienza a perder su precaria inestabilidad, tarde o temprano el mercado reacciona, y cuando lo hace lo hace en una cadena más sonora que la del baño, y el aullido de los imaginatío, oñis comienzan a escucharse en todas las esferas. 

El tiro por la culata, es cuando algo no sale bien, y en este caso los culatazos serán variados y severos.  Suena bien, pero difícilmente en Chile habrá penas para estos criollos creativos.  ¿Recuerda Ud. que algún ejecutivo de las farmacias “coludidas” esté preso, por transitar fuera del marco legal, le llegó alguna compensación efectiva por el daño causado?.   Bien les vendría a nuestros legisladores sentarse a trabajar y replicar la ley de Sarbanes – Oxley, que a raíz de los escándalos gringos al menos tuvieron el coraje de penar con no pocos años de cárcel, además de altas penas pecuniarias a los directivos, los ejecutivos, a los contadores, y sobre todo a los auditores envueltos en esta clase de ingenios.  

Acá, el directorio, se limitó a lanzar otra creatividad, el típico eufemismo chilensis para indicar “malas prácticas” de los altos ejecutivos.  Malas prácticas para señalar lo que claramente es un robo descarado, una manipulación impresentable de los contratos modificados “unilateralmente” transgrediendo burdamente la voluntad de los contratantes.  Seamos francos, eso es terrorismo económico, harto más terrorífico que un mapuche con una honda apredreando camiones.  Veremos si la Fiscalía pide unos 100 años de cárcel para ellos, como lo hizo con los comuneros mapuches en el juicio de Cañete, porque claro, lo que es justo es justo.

¿Acaso el Directorio no sabía lo que estaba pasando?

¿Acaso el departamento de Auditoría Interna, no sospechaba nada de los estados fiancieros anormales?

Acaso la empresa de auditoría externa no tenía idea de los acontecimientos.  Juzgue Ud. amigo lector:  Qué diría al enterarse que el ente auditor  -la Price Waterhouse- por un lado cobra la auditoría oficial, la que se va a la SVS, y por otro lado cobra por la asesoría financiera al Directorio? 

No hay que ser demasiado imaginativo para darse cuenta del arreglín de los estados fiancieros presentados al ente fiscalizador.  

¿Y las Clasificadoras de Riesgo, no cachaban nada?

¿Y dónde queda la responsabilidad fiduciaria de las AFP  -que tenían su propio representante en el Directorio- por la falta del debido resguardo del dinero de sus ahorrantes, a quienes cobran por la administración de sus dineros?

Pero me queda una duda:  Este caso reventó por los miles de denuncias recibidas por el Sernac, que ya el año pasado intentara llegar a un acuerdo con La Polar.  En otras palabras, el director del Sernac ya estaba en conocimiento de estas “malas prácticas” y que ahora, después de que la bicicleta financiera diera de traste en el suelo, salta con fuerza a la luz pública, porque el escándalo era de magnitudes imposibles de ocultar.  ¿No le informó a su jefe directo, el Ministro de Economía?

Personalmente, creo que el ministro sabía, pero estaba ocupado buscando alguna salida “creativa”.


Gabriel Reyes, Chile
Cónsul Poetas del Mundo para Puerto Montt.

RUT

Apurado de calles,
miro el cielo por si remotamente veo algo
que me endilgue dónde va la cosa,
dónde la salvación acá en  la Tierra;
no hablo de la salvación del  planeta,
ni de mi provincia siquiera.

Con vergüenza, pero honestamente
hablo de la mía, 
a ver si dejo de ser una estadística,
a ver si alguien me devuelve
la alegría
de un nombre
y un apellido.

VORÁGINE


Vine a este mundo
Con el ojo puesto en la herida
Miseria miserable
Del que lo contempla todo
Corazón vertiginoso
Ardiendo a solas al final del túnel
Palabras heridas chamuscadas
De ese incendio raudo
Me define esta premura
Vine al límite
De un tiempo ajeno
Definitivamente
No se hizo la luz de aquel espejo
en la retina
Cuando ya miraba otros dolores.

ENTRE SALUD, SALUDOS Y A TU SALUD



 
Desde muy pequeño a uno le enseñan que debe saludar, decir buenos días o que le valla bien, como expresión de respeto y buenos deseos, de manera que dichos vocablos emergen del seno mismo de la crianza esmerada de las madres o de la familia como un anhelo de caballerosidad para la boca de su descendencia, o sea, de nosotros, los que a diario expresamos esta singular forma de relacionarnos con los demás.

Claro que estos saludos evolucionan y en algunos casos el simple ¡hola! se ha transformado en vulgaridades horrorosamente divulgadas y aceptadas, sobre todo en nuestra juventud, que ve como una choreza la gracia de enrarecer el idioma, en un país que otrora fuera uno de los más cultos de Latinoamérica.  

De la ritualidad con que los señores medievales levantaran la visera de sus yelmos, para reconocer los rostros,  hasta el ya lejano  ¡Hola! que Thomas Alva Edison propusiera para el saludo telefónico, el de hoy atraviesa las más variadas expresiones de transformismo lingüístico, llegando a ser más bien una  muestra de ingenio  (o de mal genio) que un acto de cortesía.  ¡Quíubole! resulta candoroso cuando alguien recibe un quetalco, cómo andamio, ahí los belmont, chabela no más.

A estas alturas el deseo de caballerosidad resulta letra muerta flameando cual saludo a la bandera, de esos que no pasan de una desprolija formalidad  de la que se sabe de antemano que no se va a cumplir.

Lo mejor entonces es inclinarse por el ¡salud! Expresión con la cual alzamos las copas para brindar por algo bueno, digno de celebrar, o simplemente disfrutar de algún brebaje en buena compañía.  Lo singular de esto es que pareciera ser que hay demasiados adictos (as) –para no discriminar géneros- inclinados en el oficio de empinar el codo sin ni siquiera decir salud, si no es cosa de pasar por la costanera puertomontina, en las tardecitas, donde a pesar del frío, podrá corroborar lo apegado que somos para alzar las chelas y los cartoné en una lúdica compañía de abrazos y complicidades a la orilla del mar.

¡A tu salud!, ¡chócale!.  Claro que este entrechocar las copas no tiene nada que ver con los choques de la antigua Roma donde el gesto se hacía con fines muy distintos  a los actuales, y donde el objetivo era dar una muestra de confianza, de manera que al chocar las copas con cierta fuerza, el líquido saltaba de una copa ala otra y viceversa, de suerte que ambos bebieran del mismo líquido, como una manera de asegurarse que ninguna estaba envenenada.

Hoy, que nadie desconfía a esos extremos, y saluda al otro con la chela en alto en cualquier lugar del barrio  o de una plaza de la ciudad, (aunque no esté permitido consumir alcohol en ningún lugar público) el empeño pareciera estar en aprovechar el salud a vista y paciencia de los transeúntes porque si no cómo se explica que tengamos  los más altos índices de alcoholismo a nivel americano en una juventud al límite y muy lejos de la cortesía inicial de de aquel esmerado saludo de la niñez, cuando nos celebraban lo bonito que era ser gente de bien.  ¿Será que no estamos muy bien de salud?

Ello nos lleva irremediablemente al salud que más misterios representa, aquel derivado del latín “salus, útis”, el que nos habla del estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente  la ausencia de infecciones o enfermedades ligeras, fuertes o graves, según la definición de la OMS realizada en su constitución de 1946.  Concepto que ha sido generosamente ampliado al agregar que el individuo se desenvuelve en un estado bio psicosocial, al aseverar que éste debe vivir “en armonía con el medio ambiente”, algo así como Patagonia sin represas.

Me detengo en el vocablo y en la grandeza de su estructura y no puedo dejar de preguntarme de quién sería la idea de crear un “Ministerio de Salud” de Chile, porque después de pasar por una de las salas de urgencia me queda meridianamente claro que deberían haberle puesto “Ministerio de los Dolores” donde las carencias, el sufrimiento y el desconcierto atrapa democráticamente desde los compungidos pacientes a los atribulados funcionarios.  Las únicas  puertas que se abrieron fueron las de un infierno claroscuro y truculento, anónimo y desarraigado, donde el mayor de los anhelos era volver a cruzar la puerta que, obligado, nos vio pasar desamparados y afligidos.    

Resulta probable que la primera experiencia con aquella salud marcara traumáticamente mi percepción de la salud pública en Chile, cuando mi madre me llevara al antiguo edificio del Seguro Social de Angol, para que me trataran una infección en la espalda:  un divieso, una antigua patología más bien rara en los niños.  Un forúnculo, sentenció el hombre de bata blanca y sin medir más preámbulo cortó sin anestesia aquella obstrucción del folículo piloso, y listo.

Ningún reparo en hacerla cortita y darme de alta enseguida, tal vez para dejar de sentir los gritos que a esas alturas ensordecían a medio hospital.  Luego de aquella sutileza grabada con el filo del acero, había que pensarlo dos veces en enfermarse.

Así me tocó conocer de primera fuente el Servicio de Salud de los años sesenta, cuando enfermarse era siempre una desgracia mayúscula para el sector más desvalido.

Más de cincuenta años han pasado desde entonces, con muchos saludos y a tu salud de por medio, donde casi razonablemente uno se atreve a pensar que muchas cosas han cambiado, porque no en vano hemos pasado de una sociedad con desnutrición infantil a una con niños obesos, de una sociedad donde el ingreso per cápita  era inferior a los 4.000 dólares a casi los 15.000 de la actualidad; con inocencia podríamos llegar a inferir que esta salud debería haber cuadruplicado su accionar en el ámbito público.

Consultada la “Misión” del Servicio de Salud chileno este reza en un extracto:  “Vivirán en ambientes sanitariamente protegidos, también tendrán derecho a una atención en salud oportuna y acogedora.”

La primera duda que me queda es si aquella misión es producto de la fecunda imaginación de un soñador:   todo un artista de la expresión, porque definitivamente ésa no es la salud pública chilena, que hace esperar horas para lograr una mínima atención de urgencia.

Qué diría la madre de un bebé parido en el baño de un hospital, y en qué parte de la misión está el cambio de bebés recién nacidos, o las guaguas envenenadas con leche inapropiada.  La parte acogedora la atención implica llegar a las 6,00 AM para manotear un número, que te llamen a las 11,00 Hrs. para ver los signos vitales y seguir esperando hasta las 12 ó 13 Hrs. Cuando llega el facultativo,  en una muestra indiscutible de de la poca dignidad que el Estado le otorga a un porcentaje importante de la población.  Ni hablar de los sesgos de discriminación o clasismo de algunos doctores, que con aires de semidiós no dirigen una palabra, hasta que anotan en la ficha y se van.

Otra duda es la que dice relación con la segregación entre pacientes con salud privada versus Fonasa.  Ni hablar de aquellos que no tienen algún registro previsional:  Para ellos el calvario de la espera más amarga, la más dolorosa, o cómo se explica que en las salas de urgencia los pacientes mueran en los pasillos, vomiten sangre y sigan sin atención.

Resulta en extremo penoso como el Estado chileno miente con descaro en sus consignas más sagradas.  En el año 2005 el Minsal describe la misión como:   

La misión del Minsal es contribuir a elevar el nivel de salud de la poblacion, desarrollando armonicamente un sistema de salud centrado en las personas, fortaleciendo el control de los factores que puedan afectar la salud y reforzando la gestión de la red nacional de atencion, para que acoja oportunamente las necesidades de las personas, con la obligacion de rendir cuentas a la ciudadania promoviendo la participacion para el ejercicio de sus derechos y deberes.” (sic).

Nota:  Hemos conservado las faltas ortográficas y de acentuación originales. http://minsal.galeon.com/

Resulta a lo menos penosa la falacia,  el descaro con que algún seudo artista imaginativo se mofa de un país entero, y probablemente de instancias internacionales, las cuales al leer tamaña declaración de buenas intenciones pensará que “por algo están en la OCDE”.

Resulta desastroso pensar que esta salud no es más que el resultado de políticas públicas anacrónicas, demagógicas, y por sobre todo, muy alejadas de la gente.  Resulta muy triste creer que este es un país donde se barre para adentro, donde la ética dejó de ser un norte en materia de salud, o cómo catalogaría Ud. que un paciente con cataratas generalmente se muera ciego, mientras que uno con recursos privados soluciones su problema en tres días, si de veras debiera rendirse cuenta a la ciudadanía ello sería a lo menos un escándalo nacional.

¿Qué clase de salud es la que permite el lucro indiscriminado a costa de las penurias de sus semejantes?  Cómo es posible que un cristal que en una óptica vale a público $ 200.000.- los distribuidores se lo vendan a ellas en $ 2.000.-  Cuento aparte resulta la suculenta industria de los remedios.  ¿Acaso nadie debe intervenir en tan brutales abusos colectivos?

En nuestra sociedad libremercadista nadie interviene.  Acá somos un país libre.   Lo malo es que en nombre de esa libertad se abusa contra los desposeídos.  Pero lo más triste es comprobar cómo mucha gente se compra el discurso de aquella malentendida libertad.

De esa libertad me siento avergonzado, porque no puede considerarse sana ni normal, si en su nombre se castiga la población de medio Chile, que debe soportar listas de espera interminables: años para acceder a una operación.  Cómo es posible que en EE.UU. la mayoría de los remedios recetados sean genéricos, mientras en los países más pobres como el nuestro, se deba pagar la marca de los grandes laboratorios a vista y paciencia de nuestros honorables legisladores.  De seguro, ellos no van a la urgencia de los hospitales, ni mandan a sus hijos al sistema público de educación.

Qué clase de salud se construye a expensas del probrerío, de sus penurias y sus lamentos.

Con qué clase de insano orgullo se promueve la imagen de un país donde casi el 50% de su población sufre de cefaleas y enfermedades siquiátricas producto del estrés y largas jornadas laborales.  Sin duda el carepalismo crónico de nuestras autoridades debería de engrosar la larga lista de enfermedades nacionales que nunca se incluirán en ningún plan de salud pública ni privada, sobre todo si aprendieron con claridad que el saludo de las campañas políticas no representa más que aquel indigno saludo a la bandera de la que se sabe de antemano que no se va a cumplir porque no se sancionará su incumplimiento.

Cuántos saludos en nombre de la salud, cuántos a tu salud resuenan el las oficinas de la alta dirección pública, a sabiendas que seguiremos enfermos como nación.

Cuánta mediocridad del Sr. Presidente de EE. UU. Al indicar que este país es el ejemplo a seguir  en América Latina. 

Simplemente no hay salud.  



Gabriel Reyes.
Cónsul de Poetas del Mundo, para
Puerto Montt.





POETAS DE PROVINCIA


"...La verdad es que me fui a mi oficina, prendí las luces, la computadora e inicié todos los rituales de cada día, descolgué el teléfono y me dediqué a escribir este pequeño artículo, que llevaba varios días mordiéndome los intestinos como un perro hambriento:"

POETAS DE PROVINCIA, AUN TENEMOS VERSOS EN EL ALMA.
(BREVE APUNTE SOBRE EL POETA Y SU VERSO).



Existe una suerte de disociación entre el centralismo capitalino y la poesía de provincia, tal vez por su temática excesivamente regionalista, o la ausencia de los grandes temas en su entorno, si consideramos sólo la contingencia política como los "grandes temas", pero es evidente que  la poesía de regiones vive el mismo ritmo de contradicciones internas, bulle en la misma olla de pasiones y preocupaciones, y late con un sano y robusto compás en el corazón de los provincianos, que sin embargo se sienten en el limbo del planeta cultural, y escasamente nombrados en la capital y sus medios.

¿Será que la tan anhelada búsqueda de  la originalidad sea patrimonio exclusivo de las capitales, o que en ellas la creatividad se abone mejor producto de una química diferente surgida de las mejores mutaciones que incorpora a diario el smog, el ruido y el estrés?

Si bien es cierto que las mayores oportunidades se encuentran en las capitales, por su mayor concentración de personas y medios de comunicación masiva (MIM), la poesía sigue fluyendo incesante con su río de palabras, no se detiene en ellas, atraviesa  de norte a sur y de cordillera a mar nuestra incontrolada geografía, y en este último tiempo se encarama por la cresta cibernética de la red y atraviesa fronteras de un solo clic, inhibiéndolas y reclamando para los poetas la "patria universal".

En ese viaje, el poeta intenta, busca,  manotea, se retrotrae hasta sus orígenes, tienta a sus musas con el balbuceo primario de la inspiración, desde la caverna, cuando estampó sus manos en una suerte de poema rupestre dejando el troquel inconfundible de su paso de artista luminoso  en los comienzos de los registros humanos, o en su necesidad imperiosa de contar los acontecimientos, hazañas, batallas, triunfos y derrotas en una épica que hoy nos resulta casi ingenua, candorosa en el afán recreativo que los juglares le asignaban a su trabajo.

Más tarde, y en pleno desarrollo de las artes su poesía emerge con fuerza, pero tachonada de reglas, normas y vericuetos estilísticos relacionados principalmente con su estructura formal, aprisionándola  como a una frágil señorita con corsé y fajas reductoras con tal de fomentar su delicadeza y apariencia.

No será sino hasta la época contemporánea donde nuestra poesía se libera de sus ataduras, par estallar como un volcán y quemar con su fuego desatado de pasiones contenidas.

El verso libre se yergue como un faro en la neblina,  para establecer con la mirada los enormes dominios de su reinado, en una democracia literaria vasta y profunda.  Sin embargo, como toda democracia ganada en el ejercicio de la libertad más pura, no estará exenta de las irresponsabilidades, inclusive de la decadencia o el mal camino asumido por el panfleto y el pasquín ordinario.

No pretendo excluir temas ni pociones de ninguna especie, grandes exponentes de poesía contestataria, política, han llenado de orgullo a generaciones, el caso más emblemático es nuestro gran Pablo Neruda, autor de una gran poesía política.  Es decir, si no se abandona el hecho de  construir poesía que jamás deseche la atemporalidad y la universalidad seguirá existiendo poema social de valores perennes.   Francia, Nicaragua, Etc. tienen grandes exponentes en este género también.


SER (O NO SER)


Una apreciación del poeta chileno Luis Seguel Vorpahl se establece, (se puede estar o no de acuerdo) que hoy en día ser poeta es casi una desgracia, de las que hay que tratar por todos los medios de que un hijo nuestro no se incline por estos caminos, so pena de ser un muerto de hambre.   Es así como después de algunas cuantas reflexiones de rigor, muchos sucumben  a la presión de la sociedad que exige preocuparse de "...cosas más importantes y no perder el tiempo en actividades improductivas..."

Es probable que Luis se encontrara en un estado personal de crisis interna, en un "bajoneo", que de tanto en tanto se manifiesta en todos nosotros, pero no es menos cierto que  en un mundo cada vez más competitivo y mercantilizado, las expresiones culturales resultan casi un "acto de constricción" de una sociedad que siente que no puede asfixiar del todo la actividad creativa, que debe otorgar una válvula de escape controlado a la presión subterránea que ejercen centenares ( o tal vez miles) de creadores cansados de navegar en la tierra oscura, como lombrices ciegas, bajo el mundanal y apresurado ruido del progreso, en cuyo nombre se ha utilizado a todos los medios disponibles para las actividades  más diversas, mientras éstas otorguen dinero.

Tristeza enorme de comprobar la precariedad, la pobreza y la decadencia de los MIM (Medios de Información Masiva).

La otrora radiotelefonía se ha convertido en un bufón de insospechadas consecuencias, la chabacanería, las grosería a diestra y siniestra, la irresponsabilidad  en los comentarios de pseudo animadores, que muchas veces no tienen nada que ver con el mundo de las comunicaciones, brindan el único espectáculo posible:  el culto a la desfachatez con que el mundo empresarial cosecha sus ganancias sembrando en nuestra juventud la seguidilla de valores trastocados, retorcidos y menoscabados al punto de que ellos, los jóvenes, consideran normal y un derecho, escuchar todo tipo de inmundicias envasadas y criollas, con un margen ínfimo en  la capacidad de cuestionamiento posible.

Capítulo aparte merece la televisión, ese moderno deseducador convertido en semidiós, que haciendo gala de la alta tecnología deja pasmada a cuanta mirada se le cruce por su fatal ángulo de exhibición.  Acá la grosería a destajo se encuentra más "regulada" (por un consejo sensor que es todo un tema aparte  -pero de todas formas-  gracias a Dios, le debiera quedar muy poca vida), pero que en compensación de ello, la magia de los realces producidos por la imagen, por los efectos especiales,  y por el agudo "ojo publicitario", que no dudó de usar sutiles técnicas de publicidad subliminal bombardeando las mentes indefensas , sobre todo la de los más jóvenes, ha marcado una huella profunda, generando marcas indelebles en una sociedad indefensa, que contempla boqueando como un pez la telenovela de moda y la publicidad engañosa.

Pero convengamos en lo siguiente, grandes empresas con enormes equipos de producción, ingenieros, técnicos y todos los profesionales universitarios que necesiten ¿acaso son ajenos a estos conceptos?  No, lo más grave es que dicha producción no se diferencia en nada a la de las tabacaleras, es absolutamente intencional.  Eso vende.

La prensa escrita, salvo honrosas excepciones, no ajena a los vaivenes políticos y económicos, a los ajustes del mercado   Etc., ha cedido sus portadas a la crónica roja, a la espectacularidad  y a la no menos despreciable prensa amarilla, que en su mediocridad realza hasta márgenes imposibles la frivolidad del show como si la ciudad se tratara de un moderno circo romano donde hay que darle al común de los mortales la dosis necesaria de crimen y espectáculo, como para mantenerlo en un estado de idiotez permanente.

Bajo este contexto resulta lastimoso pensar en dedicarse a escribir poesía, teniendo presente el hecho de que a dicho género se le ha relegado a la indigna calidad de pariente pobre de la literatura.

“La poesía no vende”  reza en casi todas las editoriales como el único adagio que se queda en la memoria del poeta que se atreva a llegar hasta el umbral del editor.

Esa ha sido la tónica durante ya muchos años.  Claro que el poeta se las ingenia.  No fue raro encontrarse en Chile con toda una generación  de autoeditados, fenómeno que todavía sigue muy vigente.

¿Pero, entonces, qué impulsa al poeta a nadar en contra de la corriente, y a insistir en el tortícolis eterno de volver la cara hacia un género cargado de sinsabores?

"...
Si fuera poeta
tu nombre se declamaría
en intensas noches de tertulia y recitales.

Si fuera poeta 
te inventaría ese trino de cristal
que huele a sol por la mañanas.

Si fuera poeta, entonces,
te desnudaría, sigiloso,
para bañarte de luz con mi beso tibio.

Si fuera poeta, galardonado,
pletórico de urgencias
y con suficientes poemas en el cielo
te cautivaría
con aquel susurro tenue por la noches,
para horadar el mágico silencio 
de tu voz adormecida.

Aunque si fuera poeta,
extrovertido y sublime,
miraría más la hoja que tu rostro,
estallaría encandilado
como un relámpago de fuego
con su catarata de letras,
rasguñaría tu cuerpo
con mi pluma intermitente.

Pero si fuera poeta, de seguro,
me tentaría,
cual inexperta quinceañera
resbalaría
en el sutil ejercicio de la verdad más pura,
para sembrar el húmedo fulgor de la palabra.

...Pero si fuera poeta,
sobre todo,
con qué facilidad me enrolarían,
me etiquetarían
como si fuera el producto de algún hipermercado,
cubierto de rótulos me perdería,
ido del camino, me tumbaría,
me excitaría más con las aristas de la crítica
que con mi propia poesía."


                                            Ser(o no ser)
                                            Gabriel Reyes, fragmento.

A pesar de las dudas, queda claro que el dicho de "que no se puede ser poeta con tanta dificultad" es sólo para el bronce y por cierto para pusilánimes.  El poeta, (capitalino o provinciano) está hecho de algo más duro que el bronce, posee las herramientas que el mismo ha forjado, y que ha endurecido a través del oficio, a través de una interminable búsqueda de sí mismo, en un proceso que empieza y que generalmente no termina jamás.

Serán sus cuestionamientos constantes a su propia existencia, a su mundo interno, a la subjetividad subyacente que codifica en lo más profundo de su ser ante el estímulo del mundo su mundo y el externo, el que decodificará luego en sus versos.  Es probable que por eso cueste a veces entender un determinado trabajo en un determinado poema, porque cada cual ha creado sus propios códigos  y expresiones de un lenguaje que va más allá de la sintaxis y la morfología.

El poema guarda la relación del poeta con su necesidad de expresión, de creación, pero sólo luego de haber engullido los nutrientes suficientes, que estimulará su necesidad imperiosa de transformar la hoja en blanco en su campo de mil batallas, allí enfrenta además a todo el público que conoce, a todos los depositarios finales de su mensaje, allí se encandila con la luz de sus propios reflectores (o velas), con los gritos de su propio silencio.  Sus veinte mil chácharas internas, como lo reconoce Eduardo Llanos (Contra diccionario), correrá su propia olimpiada, recorrerá sus propias urgencias, torcerá y retorcerá los destinos, edificará y destruirá de un soplido, dará vida y la quitará de ser necesario,  en un acto muy cercano al poder y a la voluntad de Dios.  ¿Será ése el encanto
finalmente?

Pudiera defenderse el poeta argumentando que iguales facultades la tienen otras disciplinas como el drama, el cuento o la novela: 
-Fíjese Ud. a cuántos dio muerte el novelista  aquel, tan sólo en el primer capítulo de su última obra, que por lo demás a matado a más en una sola, que yo en toda mi poesía-

A lo mejor el encanto, entonces, no radica en el poder omnipotente de hacer y deshacer con sus personajes.

Podremos encontrar  y a lo mejor hasta con facilidad, un poeta burro, pero nunca un burro poeta, graficando en cierta forma el hecho de que el poeta se siente llamado a encontrarse consigo mismo más allá de mirarse en el espejo, y a comprender que es capaz de comprender  su verdadero estado humano y que esa conciencia es mucho más tangible cuando descubre que lo sabe. para convertirse en una experiencia de vida y sensibilidad única, real, racional e irrepetible.

"...hoy supe que estaba tan dentro
de la tierra, del silencio, 
de la flecha y su veneno 
que hasta podría ser tuyo para siempre."


Con tamaña fragilidad arma sus corazas, encájase en su armadura y lanza en ristre arremete como un Quijote contra cuanto molino se le cruce, convencido de que será capaz de elevar su canto, para que atraviese corazones y continentes con el urgente filo de su palabra.

En esa carrera inunda y deslumbra, ríe y llora, susurra, murmura, vocifera, se engalana, muerde, patea u putea sus desencantos, mientras absorbe el proceso de cómo pudo llegar a convertirse  en un puro corazón enamorado y doliente.

Un amor que ya no es sólo el loco amor, que tanta belleza seguirá arrimando a sus versos y enamorando a un sinnúmero de  románticos por el mundo:  "Te doy Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña./  Los  he escrito sencillos para que tú los entiendas./  Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,/  un día se divulgarán, tal vez por toda Hispanoamérica".

Ernesto Cardenal escribió la ternura de estos versos en su juventud y cuando la Internet era impensada; hoy no necesitamos de desintereses ni venganzas para divulgar los versos no sólo por Hispanoamérica, sino por todo el orbe.

A la par de estos amores, que sin duda valen en su expresión más dulce y cristalina del encantamiento romántico de un hombre, un hablante, o de un(a) poeta(tisa) un  amor alternativo se le apega  para siempre, mientras más comprende la natural hermosura de cómo su ser entero se alimenta de la creación o de la evolución plasmada antes sus ojos, literalmente succionada en el proceso de la comprensión a través de una estructura neuronal y sensorial que lo obligarán a nacer a un nuevo proceso cognitivo del entorno.

No es raro encontrarse entonces con una obra cósmica, universal, galáctica.

El poeta intenta, ensaya la comprensión del infinito, reinterpreta el esplendor de saberse vivo más allá de su muerte física, en donde sus palabras le prolongarán la existencia que ama intensamente. (El poeta es puro amor).

¿Pero para quién?  pareciera ser la interrogante.

Tanta vitalidad no tendría sentido sin un sentido, sin un norte.  No podemos ser una veleta pivotante al compás de los vientos, de las tórridas e insensatas pasiones o de las gélidas y antojadizas vicisitudes del azahar, ni siquiera de la caprichosa inspiración, con su consabido arte del disfraz.

En un momento determinado de su toma de conciencia logrará darse cuenta que él es capaz de observar, comprender y evaluar su propio nivel de comprensión, forzando, corrigiendo, y anticipando situaciones que lo llevarán a ser más sabio y más loco, que su verso lleno de sabiduría será también extremadamente enajenado, porque este mundo necesita de la cordura y la locura de los creadores, porque no basta con dibujar la realidad como quien toma una fotografía, sino que además necesita el sello personal de su creador.

En es te contexto, el poeta como los demás escritores, se transforma en alfarero, en un artesano del lenguaje, reinventando a cada instante las formas de expresión, de manera que nunca será su creación una lavadora automática de donde lava y deslava cada vez que asoma el verso, dicho verso será más un nacimiento, un parto, un alumbramiento, que una serie de fonemas estampados de una fábrica en serie.   Dejemos al poeta en su regocijo lingüístico, generalmente inexplicable, "...allí/  como un arqueólogo pasmado ante su hallazgo/."  (E. Llanos, Contradiccionario)

En este oficio del invento podrá, a veces, recibir los embates de los más conservadores, incluso de sus pares, cuando intente saltar por sobre las barreras del idioma, como si éste fuera una rígida  combinación de normas determinadas condenadas al purismo por los siglos de los siglos.

Cada poeta defenderá sus expresiones más preciadas, como un tesoro vivo.  Los regionalismos no debieran ser excluidos, ni debieran ser sinónimos de ofensas al lenguaje.  Al contrario, un poeta nortino observa y siente de manera diferente la limpieza de su cielo, que el chilote, observante de un cielo repleto de nubarrones amenazantes.  Respetemos su regionalismo parlante y su verso como el ecologista respeta el diáfano soliloquio de la diversidad de su ambiente.

Cuando es capaz de darse cuenta que él también observa a otro y un tercero que es observador de ambos, el poeta sabe que su obra, estará, como lo dijera Sartre, "condenada a ser libre."

Varias razones lo llevarán a esta corriente de pensamiento, la principal tal vez le susurre a su yo interior que la conciencia del poeta no es más que la interacción de la conciencia de muchos seres humanos comprometidos con su entorno y que su hablante actúa como un lente catalizador de toda esa fuerza contenida, para derramarla jubiloso en todas las direcciones y escenarios posibles.

Nada escapará a la agudeza de su canto, su licencia es infinita, mucho mayor que la del científico, el que deberá ajustarse al rigor del método y a los resultados empíricos.  El poeta buceará por todos los espacios, navegará en todas las aguas, hasta en las cloacas si lo juzga necesario, con tal de rescatar al menos una sílaba, se impregnará de la belleza, se encandilará de la simple caricia, del cálido murmullo de la flor en primavera.

Le cantará a la vida, hará el amor hasta el paroxismo, desafiará a los sensores, a las púdicas, moralistas y beatas señoras, se enredará en el claroscuro de la bohemia, anclará su barco en las profundidades extremas de un vino tinto con sopaipillas en una noche de invierno, acurrucará sus temores en la punta de la lengua hasta parir el canto como un alarido en el silencio.

Como un discípulo, amará a su prójimo, se desvestirá con tal de arropar a su amigo, aunque ambos tiriten luego el mismo frío, porque no dejará pasar inadvertido el atropello, la ignominia o la injusticia.

como un héroe de historieta irrumpirá en el fragor mismo de la batalla, en ese intento luchará por el más débil, rescatando y limpiando las heridas, llorará y maldecirá en el mismo lenguaje que el vapuleado.

En medio de los dolores humanos, se levantará mil veces, para reclamar libertad, acomodará, pulirá, tensará cada sílaba, cada letra, hasta los acentos y las comas servirán si ellas detienen previenen  un ataque, una arremetida, una tala de árboles nativos.

"...Los cedros
 No querían subir a los camiones
 Hubo que abrirles el alma
Y las motosierras blandieron al aire
Sus estertores de muerte
Desde el corazón de estos árboles
Se escapó el último hálito de mi abuelo.

Al Oriente viaja el alma
De don José Bohle Werner
En un barco de astillas.

Debes retornar a casa, abuelo.
Puedes quedarte
Para habitar el cerezo de la huerta
O el manzano donde hay un enjambre.

Todavía no son negocio
los árboles frutales."

                            Marlene Bohle
                            Pasajero (fragmento)
  

La calidez de Marlene  Bohle, poeta de Puerto Montt,  nos habla mucho más allá del dolor, de la impotencia, de la barbarie destructiva en que habita, ella dispara su legítima denuncia en un acto sublime de amor, entrega y compromiso con su entorno, con los demás.


Entonces, no será raro,  comilla y coma contra un piquete de soldados, contra los grupos de choque o las fuerzas especiales, lo que pudiera ser la insignificancia misma.  Sin embargo este pequeño acento irrumpirá como un paradigma y se quedará en el corazón del hermano adolorido, en la boca multiplicadora de los caídos. 

En ese contexto, la trilogía del amo, del vasallo y del poeta observará una nueva dimensión:  Todos sabrán que la fragilidad de su verso ya no es tal, que de su puño nacen versos que también pueden disparar como un fusil.  (Y no vamos a caer en la bajeza de tomarnos las palabras sólo en su sentido literal, ya está bueno que le perdamos el miedo a las formas de expresión decididamente abiertas; los tiempos de la censura y el pos-tiempo de la autocensura  deben una etapa superada). 

Lo expreso porque todavía siento cómo se persignan y cómo se apretan hasta quedar engarrotados(as) frente a una terminología que no pasa de ser vehemente, una manera de inyectar  una profundidad sicológica que la tornará más tangible y más real.  No me imagino, por ejemplo, a Víctor Jara o a la Violeta -cantores con mucho de poeta- poniéndole una bomba a nadie).

Pero,  a pesar de ello, de cuando en cuando los estados fácticos castigan la osadía del poeta, de ser posibles hasta el silencio definitivo, incapaces de combatir la unión de tantos y tantos cantos, la poesía viva de los más adoloridos.


TREN  AL  SUR.


Como sureño, estimo hay mucho por hacer, la poesía debe llegar a todos los rincones, el poeta no puede encerrarse a crear para la crítica  y los concursos, abandonar a  los colegios,  hay que visitar a los jóvenes, parir con ellos un verso en medio de tanta energía, invitar a los adultos, debatir la contingencia bajo la lupa del arte, a decirnos pa tu abuela bajo un clima de respeto, y recuperar la tolerancia al amparo del poema.  Estimo que los sureños no nos sentimos disminuidos frente a la capacidad de asombro o de creación de los capitalinos, y a pesar de las vitrinas, creo que me quedaré por estos lados atrapado en mis pasiones de soñador incorregible, a veces entrampado en los pecados del silencio, otras en el estado potencial que antecede al estallido.

Es posible, pero nunca he sabido de un poeta que se retire, que se jubile o que abandone su oficio.  Lo lleva como un compañero eterno, como un sacerdote, que como tal, pecados incluidos, nunca dejará de serlo.

En esta búsqueda interminable, también yo, desde la humildad de mi verso, he decidido encontrarme a costa de todo, inclusive a costa de mi mismo.

Otros con menos fortuna, lo harán también a costa de su familia, y hasta de su patria, la que muchas veces ampliarán convirtiéndose en ciudadanos del mundo, en un viaje además físico, desde donde, como la muerte, tampoco regresarán.  Serán patrimonio de la humanidad, pero aquello no los exime de los dolores propios del éxodo, de su extrema sensibilidad, de su propia visión del mundo y en un conocimiento de centenares de culturas que atravesará, impactará y remecerá sus sentidos en un feedback interminable.

En ese terreno se encuentran muchos de nuestros valores, vagando por el mundo, con su acervo de vivencias y pasiones, porque las oportunidades en nuestra patria fueron esquivas o mezquinas.

Con un solo F-16 menos, los aportes al mundo de la cultura podrían incrementarse quizá muchísimas veces más que los actuales.   Porque, imposible negarlo, el Estado está haciendo sus esfuerzos, pero éstos no reflejan una dimensión siquiera aproximada a las necesidades mínimas de un país que ha obtenido fama y orgullo por obra de sus creadores, no sólo por sus poetas, sino también por la variada gama de actividades en el mundo de la cultura.

Cómo es posible que nuestro patrimonio cultural siga navegando la diáspora por el mundo, sin que nuestros hijos y nosotros mismos no tengamos idea casi de sus existencias.

Cómo es posible  que el único Gabrielli que conozcamos sea uno que se hizo famoso por allá por Cerro Moreno, mientras Rolando esté por Centroamérica llenando de satisfacción y premios a nuestras letras con sus escritos, su poesía, sus crónicas y sobre todo sus ensayos:

"La poesía no tiene escuelas, engendra sus propios dolores, miserias, muertes y resurrecciones de una misma madera, la palabra.  La poesía está viva y coleando.  Por la boca sale el poema y muere el poeta.  Pez de una misma agua, turbia, transparente, borrascosa, la palabra y el poeta."

Acá en el sur del mundo existen valores de indiscutible vigencia, que navegan incluso sin que ellos lo sepan, por todo el orbe; los ojos del mundo miran con interés la poesía chilena, y no es raro encontrarse que ediciones completas salgan físicamente del país prácticamente en su totalidad, para contarle al planeta de la pasión y el desenfado que humildes creadores, a fuerza de sacrificio, repiquetean la hoja como un obrero al clavo y que esperan todos los días el encanto de la poesía como un valor auténtico por el cual vale la pena trabajar, sufrir, desgastarse, difundir, e invertir múltiples recursos, incluyendo la tecnología, porque no todo en este mundo puede ser sólo mercado en donde pareciera ser que impera una ley única, imperativa e inapelable: trepar.
 
Pero tampoco todos los esfuerzos deben ser del Estado, los escritores de provincia, que han demostrado una prolífica fecundidad literaria, deben organizarse en pos de proyectos propios.  No basta que se integren en agrupaciones de prestigio y se sienten a esperar que el gobierno de turno inicie la próxima actividad cultural.

Este trabajo no ha pretendido, en absoluto, ser un comentario de Rostros de la Palabra, libro de poesía editado recientemente,  sólo toca tangencialmente algunos aspectos que me parecieron interesantes, pero sin lugar a dudas es una recopilación de algunos de los poetas más representativos de Puerto Montt, y que presenta un  aporte a la cultura en un ejemplo digno de destacarse,  a pulso, con un enorme corazón.

Bien por Jorge Loncón, de quien ya tenía referencias como trabajador de la cultura, por dedicarse a la dura tarea de recopilar una parte importante del patrimonio cultural de Puerto Montt.

Bien por Ediciones Polígono.  

"Los poetas del sur
seguirán debajo de la lluvia,
pero no debajo de la poesía, sino en medio de ella."
  

GABRIEL REYES,
Cónsul PP.del Mundo
Puerto Montt