Sólo Poesía




















DEPURACION





Está bien, dejémoslo así.

Si mirar al cielo ya no es más que un reflejo
de las habituales preemergencias de invierno,
si solo contribuye a enrojecer la vista de la crónica criolla
tanto  más que los enrojecidos titulares de la prensa internacional,
si mirar al cielo corresponde a la ingenuidad
con que alzamos nuestras rogativas
mientras otros juegan con el alza  de los precios,
si mirar la bóveda celeste se ha vuelto insustancial,
fútil, como el eco de una plegaria en el corazón de Wall Street,
si ya nada es más fuerte que el latido del grafeno y su promesa de reventar
las bolsas locales como las apátridas,
-cual globo cumpleañero de algún inesperado festín financiero- 
si mirar el cielo nada tiene que ver con encontrar el rostro de Jesús   
en medio de  una nube despojada de milagros,
si mirar el cielo resulta más cómodo en la terminal de una computadora
que en la inseguridad de la lluvia ácida que nosotros mismos acidamos
(con ese primor productivo que incentivan los gobiernos y la miopía de sus DDLL),
si por mucho el cielo ya no escucha el fervor de los caminantes
ni se duele con el mármol de la estadística
ni con los indefensos de la desviación estándar sepultada ante los ojos oficiales,
si mirar al cielo resulta  inútil ante el daño colateral de un modelo que aplaude jubiloso
                                                                               la excelsa ganancia de las magnitudes. 
 
Está bien dejémoslo así.  Hasta aquí llegamos, somos lo que somos: un legado errante.
Una apariencia indiscreta.
Nos enseñaron a multiplicar monedas, no sonrisas.   A construir edificios, 
                                                                                       mas no a saludar a  los obreros,
a creer en la jaula de la libertad cuando en el reparto nos tocó la mano del carcelero,
a ser esclavos de nuestra miseria, oráculos de nuestra breve tecnología.

Hasta aquí hemos llegado,
hasta el líquido cristal de una apariencia,
Ardora impoluta danzando al final de una pantalla.

                          ...

Y Tú, tan enigmático todavía,
(verdadero cumplido si consideras que hoy ya casi nada asombra)
donde quiera que estés, en el lugar que sea, por favor también déjalo así,
después de todo no hay nada que probar tras estos intervalos,
tu huella pasa como un soplo por el viento
y nosotros preferimos la Internet a tu semblante.

Dicen que todo está escrito:  llorar es de niñitas y mi agnosticismo
se desata como un trompo que clama por un baile.




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VEN


(A los presos políticos mapuche)

Desde la voz amurallada del silencio
un águila desbroza matorrales
revolotea ingrávidos lirios olvidados
refresca las arenas de esta piel herida.

Detrás de la muralla el río canta en sueños
la palidez de la luna.

Afuera el cielo juega con las alas azules de las almas en pena.

Nosotros no cantamos
murmuramos una soledad de hualles olvidados.

(Quieren que uno muera en un cuadrado de cemento
lejos de la madre tierra).

Dicen ahora que estamos “judicializados”
nunca que fuimos reducidos al anatema
vergonzoso del maleficio oficial.

Pero aún nos quedan las plegarias:

Hijo de la negra águila
Kurüñamku
Leftraru
capitán del alba
mocetón de cobre
de harinas germinales y de arcilla
aquí  tu araucano pueblo disgregado
regrésanos al origen maternal de la araucaria
tráenos la humedad de tu paso de piedra
la imperceptible llamarada de tu flecha verde
la sigilosa marcha del granizo bajo tu manto de greda
aquí tu espalda derramada
las cicatrices tatuadas del castigo
la ignominia de los ajusticiados.
  
Desde la voz amurallada del silencio
los últimos weichafes te saludan
ahogados en el alquitrán de la noche y los barrotes.

Lautaro:
Ven a respirar todas las vidas muertas
déjanos la siembra de tu boca
la astucia de tu brazo
el oro de tu sangre
y tu corazón se abra como un puente
que palpita y este dolor
y estos siglos de hambre
sea una lanza
y una flecha salvaje
en el intestino del winka.



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SONRISA VERDE TEMBLANDO AL SOL


Levanta la vista a la copa celeste
Descubre el grito que esculpe la rama
La raíz de estela milenaria 

Allí palpita un corazón de fuego
Donde la Tierra nutre  sabia
Con su canto de roca troquelada

Los vientos besan y besan leños
En su rito de amor y  de montaña

La senda del agua abraza  la noche
En un ruego trágico de espuma

Te quedé mirando junto al río
Atando un grito en el camino

Doblada el alma y las campanas  
Atada la razón y las miradas
La ira de Dios cubre la tierra
Ya no queda edades vírgenes
¡Ay, Aysén ¡
La libertad del agua llora líquidas infancias.



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Marcha de los Paraguas
CALLE CON PARAGUAS


Todos íbamos a ser reyes
Bajo la llovizna
La tarde se abrió descalza
Bajo una nube de tambores
Todos rompiendo en silencio las arterias
Del oscuro corazón de roca
Todos ligeros murmurantes como un río de palabras   
Vamos los des-capuchados
Encubiertos por la sola gracia de la lluvia 
Los des-encantados de las lucrativas ecuaciones financieras
Rehenes de este binominalismo inconsecuente
Marchamos los abandonados
Los abusados por los bancos estatales
Los endeudados del e-comerce y su corazón de plástico
Telúricas gargantas iluminan los destinos
De una historia que ya viene de la mano
De estos nuevos “urbanoides”
La avenida ondula una bandera
La única consiga tiene el nombre de esperanza 
Mi corazón arde jubiloso como una molotov
En medio de la calle.




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VORÁGINE


Vine a este mundo

Con el ojo puesto en la herida

Miseria miserable

Del que lo contempla todo

Corazón vertiginoso

Ardiendo a solas al final del túnel

Palabras heridas chamuscadas

De ese incendio raudo

Me define esta premura

Vine al límite

De un tiempo ajeno

Definitivamente

No se hizo la luz de aquel espejo
en la retina
Cuando ya miraba otros dolores.


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PENITENTE VAGA PESAROSO
LOS SENDEROS DEL 
PURGATORIO TERRESTRE


Y ahora que
con tantas libertades
ahora que nadie puede
ni remotamente indicarme
dónde el sol se esconderá
                                   bajo mi abrigo
ahora que si quiero pudiera estrangular
al silencio hasta que muera
deshilachar la noche  con un grito borrascoso
ahora que como un relámpago me clavo en los silencios
y bebo de las oscuridades más ocultas
ahora….
ahora corro enajenado como el trueno
fugitivo de su propio estruendo
porque ahora que no sueño asido a tu regazo
he dejado de ser libre
la noche es solo un hoyo negro
la libertad es una trampa moribunda.




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DEPRECACIÓN POR CHILE.



Madre de Dios, escucha este tu pueblo
reunido a tus pies como un rebaño yerto.

Venimos a ti con nuestras súplicas
de gente humilde y castigada.

Escúchanos, Virgen Santa,
porque grande es la aflicción de todos
y el dolor nos muerde el alma
como un animal rabioso y ciego.

Estamos aquí semidesnudos, cansados,
eclipsados de preguntas y preguntas
sin respuestas, como un eco sordo y escondido.

Perdona madre buena estos lamentos,
estos rústicos graznidos de gansos asustados
clamando en la mitad cerrada de la noche.

Llegamos a ti con nuestros cuerpos temblorosos,
por algo más terrible que el espanto no describe
con la sola pobreza de nuestras palabras.

Madre buena, hacíamos nosotros nuestra vida de siempre:
trabajar, descansar, comer, o  ver la TV.

Madre Santa, hacíamos nosotros las simples cosas de la vida:
un canto, una mirada, una caricia, un beso,
cuando el cielo abrió su lámpara negra
y descerrajó paredes y candados y techos.

Sin aviso, Virgen Santa,  abrió la tierra sus entrañas
en ese espasmo lúgubre,  doloroso
como estertores de muerte  planetaria, y
sacudió su corteza de barro, de piedra, y de semilla.

En ese caos sobrevino una montaña de líquida estampida
y se llevó a tantos hermanos para siempre.

Madre Santa, venimos a ti, este tu pueblo,
cuya única riqueza es el calor de la familia,
aquí estamos, somos la gente de trabajo,
los que a veces ni  atendemos los discursos oficiales,
los que no sabemos del  Pib, del Ipsa, el Dow Jones,
ni nada entendemos los lejanos secretos de la  bolsa,
ni los sinuosos recovecos de fusiones y absorciones.

Nosotros que ni idea tenemos del arte de la elusión,
que nuestras únicas acciones son correr a misa los domingos,
venimos a ti  después que el cataclismo
acuchillara la tierra como un depredador furtivo.

Madre Santa, ruega por nosotros pecadores,
por todos los chilenos, porque todos somos hermanos,
porque ahora, entre todos, solo queda levantarse,
-como dijo el Presidente esta mañana-.

Ah!,  -por un mercado piadoso te rogamos-.

Amén.



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VESTIGIOS


Entre tus ojos y mis manos
                                          ya pasó una vida
Un río eterno con traje rojo
Arrancó por las montañas
Una hilera de tiempo
Y tu aliento ya no sube
                                            a conquistar la sangre

Todo fue mentira tu boca tus miradas
Los besos eternos detrás de la mampara

Ninguna culpa de nadie solo el viento

Los secretos anclaron la noche a la tristeza
                                               de tus ojos
Ya no hay campos de trigo a la orilla del camino

Nuestros pechos se abrieron
Como barcos ciegos a la mar
Apenas dos estelas
Dos señales donde la vida pasó
                          Como un rosario 
                                               Perdido
                                                             De silencios.

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DESPUES DE TODO, ELLA
TIENE NOMBRE DE MUJER.



Porque dejo la vida detrás de tus pasos
con el afán impetuoso de alcanzar tu velo,
aunque solo tu sombra alcanzo de un trazo
en el intento, emocionado, me desvelo.

Despliego entonces mi arsenal secreto
odas de prístinas rimas y dulces latidos,
pero a menudo emergen sólo mamotretos
repletos de espanto y lúgubres gemidos.

Hasta cuándo el intento, que en afán construye
la seducción ciega de tu candor, poesía,
no me condenes al desencanto que destruye,

por el fatal intento de hacerte siempre mía.
Mas tú –novia indecisa– que del altar huyes,
bien sabes que tras tus pasos, me pasaré la vida. 


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PRESAGIO


La tarde rueda junto al sauce
El cielo colorado cae en Collipulli
Retorna la espiga olvidada
Como una sombra la noche abraza al río
El árbol sube su risa de zorzales
Todavía conversa el canelo
Cuando las acacias besan el cielo
Los ojos recuerdan avellanos
Como gigantes maltratados
El aire endilga los dolores del agua
Un incendio de loicas
Huye al tumulto de los hualles
Huye grita el colibrí
Enredado detrás de los copihues
Huye replican las hojas del castaño
Arriba los volcanes
Huye
Que viene la bota del winka
La invasión
No ha terminado.


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SENTENCIA (a firme)

                                                                      
      Aquella que, por no ser susceptible de recurso, se considera
      como definitiva.
                                      Diccionario de la Real Academia Española.


No es un doctor.

No es un abogado,
tampoco es ingeniero comercial
experto en marketing.

Aléjate de él porque
mejor serán las buenas compañías.

Hijo mío, no es un arquitecto
ya que nada sólido construye,
tampoco un respetable profesor de geografía,
ni un diplomado  en administración de empresas,
no tiene un magíster
de ninguna ocupación productiva,
ni músico siquiera.

Se lo pasa escarbando soledades,
alumbrando añejos secretos del papiro,
revelando respuestas no probadas
cual alquimista frenético de sueños.

Hurgador antiguo de lamentos olvidados,
inconformista sempiterno de su propio reflejo,
azuzador incompleto de oscuras rebeldías.

Los que como él caminan
se condenan al abrazo
más amargo que la muerte
de Cristo en el madero.

No mires, no respires,
no escuches sus cantos de sirena.

Hijo mío:
Es sólo otro poeta
vagabundo
traficando
falsedades.


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HORMIGAS


De cara al cielo, taciturno escudriñando el infinito,
horas sin tiempo mirando cúmulos, estratos,
llanto evaporado en el cielo de los ojos.

Desde arriba Jesús también nos mira,
caminamos la ruta del esplendoroso, marchamos
ungidos de cándida pureza.

Y mientras caminamos
amamos nuestros hijos, nuestros huertos,
la arboleda de  sauces junto al río
y tus mejillas robadas por mis besos.

Pero en el otro cielo alguien nos mira con desprecio,
menos que hormigas desde el cenit somos,
Inocencia somos desde el aire contemplados.

Del otro lado del cielo nuestros ojos
no ven la radiación de microondas ultravioletas
cocinando la atmósfera,
los interferómetros graduales de escala angular 
con su ojo cósmico, oteando la galaxia,
a espaldas del cielo dirigen  el haz de radiofrecuencias
capaz de derretir hasta los huesos
misiles, ojivas nucleares que ningún escudo detendría.

Del otro lado alguna bestia juega a los naipes, tira las cartas
como un tarotista delirante
dirige las antenas del Haarp, fabrica terremotos,

observa y se divierte
 agitando
  el hormiguero.


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TELEMARKETING


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¡Llame ya!


TELEMARKETING II



Finalmente llegó,
finalmente se dejó caer
como un enjambre,
como una peste.

Como una profecía neoliberada.

Se burló del timbre y la madera,
de la reja que hipotéticamente
detendría todo tipo de ladrones.

Traspasó las manecillas del reloj
y las sagradas fronteras de mi reino.

Entró en mi casa sigiloso,
se agazapó felinamente
con su encanto de serpiente fascinante,
brincó en mi mesa y mi descanso,
invadió el programa favorito y mi número privado
susurrando maravillas.

Finalmente apareció
con su Caballo de Troya telefónico,
desde allí la seducción y la conquista,
desde allí el sometimiento posmoderno de mi pobre voluntad,
desde adentro, al corazón del consumo inevitable,
de allí a la simple categoría de buzón,
de receptáculo,
de hombre maza inagotable.
¡Llame ya!
Azotó
con su tentáculo electrónico
su acento de mago cibernético.

Desde allí arrasó con furia mis derechos
(tan graníticamente custodiados
por la Constitución Política del Estado).

¡Llame ya!

Estimuló mi anhelo compulsivo,
con su levadura de ofertas y concursos,
-irresistibles-
(Según la niña del teléfono esta tarde).

En fin -mis disculpas- amigo lector,
pero es hora de seguir con lo importante,
no se vayan a  pasar estas delicias auditivas,
este mar de ofertas imperdibles, ah…este mar,
después de todo
demasiado tranquilo nos baña
con tanta licencia de futuro esplendor.

¡Llame ya!


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AVERÍAS


La palabra amigo
es como un buen bisturí
ha de curarnos las heridas
o rebanar la entrañas
como una sierra carnicera

Todavía tengo algunos destrozos
ocultos entre las vísceras.


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PLEGARIA
(más o menos urgente)


Diosa
de cristal,
desesperada.

Terrenal sirena acongojada.

Poesía,
levántate como Lázaro,
estállame tu verso
como un diluvio de fuego,
y quema la piel de los conformes.

Sumérgete en el bostezo acurrucado
de la butacas y las dietas,
y canta
la común
unión de los mortales.

Asoma tu mirada en la muchacha,
hínchale sus pechos con el canto de la vida,
sóplale tu fuerza libertaria,
y cuéntale al planeta de tu enérgico rechazo.

Después de todo, poesía,
tú no renunciarás,
a pesar de la máscara,
del maquillaje on T.V.,
del alpinismo o el combustible,
de los sureños estertores de la lluvia
y de los desalojos que El Llanquihue
publica en sus portadas.

Vivirás aquí, con nosotros.

Mariposa doliente, cenicienta eterna,
peregrina urbana de casi todas la editoriales.

Relámpago silente, clávate
en medio de la noche,
pero clávate también
en medio
de la libertad de este mercado,
de su convulsión desenfrenada
y atraviesa como un rayo
el espasmo, o la indolencia,
o la epilepsia
económica
del mundo.


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EL PAGO DE CHILE



Pobre abuelo triste,
agazapado
como un bicho
frente a la Plaza de Armas.

Emerges de la bruma,
resignado
con tu mano de hielo
esperando el calor de una moneda.

Abuelo taciturno, estoico,
parado como un tótem
enfrente de las puertas
de la Catedral de Puerto Montt.

Todos tienen prisa,
nadie suelta una moneda
ni para lavar conciencias,
invocando de seguro,
su propio vendaval de urgencias.

Recuerdo
tu cara de silicio
surcada por el tiempo,
tu reflejo de infinita paciencia,
tus ojos de abismo perdido
como si todos los misterios del mar
hundieran sus lamentos
en la vidriosa profundidad de tus pupilas.

Abuelo doloroso,
inmóvil,
abandonado allí, tan rígido
y vacío.

Cuánta memoria consumida en el afán
derretido de la historia,
tormento troquelado en cada huella,
en el espasmo de la piedra triturada,
argamasa rutinaria de los tiempos
en la lid ardorosa de los días.

Alfarero de las horas y las uvas
y los silos coronados de la espiga,
abuelo inagotable de los días,
enjundioso obrero de la vida,
incansable caminante,
por su andamiaje de estrellas.
Roca viva del pan levadurado
alimentando a Chile
y a los hijos de tu tierra.

Hijos de tu mano encandilada, endurecida
en el metal de la divina contingencia,
hijos de tu mano vigorosa, intermitente
refulgente, como un granizo de fuego
en la vasija nutritiva de las bocas.

Como un río de rojas esperanzas
tu sangre perfumada de trabajo
invadió la mesa de pan nocturno
en el estruendo de la roca conquistada.

Pasó la vena de la vida generosa, derramada
por su cántaro de lunas y de soles.

Pasó el jolgorio del afán y la victoria,
y tu sonrisa de almendra consumida
se dobló como una vela de aceite derrotado.

Así tu anhelo de obsidiana se diluye
en el ocaso de los ojos olvidados,
así tu aliento de cristal difuminado
irrumpe solitario en el desierto entumecido
de la acera renunciada.

Abuelo, dónde tus hijos,
ellos,
nosotros -los abuelos de mañana-
de tu mano encandilada,
endurecidos de tiempo y de silencios,
acelerados, tan distintos a la trenza
de sus bocas apuradas.

Dónde así tus hijos,
dónde los hijos de este Chile olvidadizo,
agujeros de tiempo desalmado
sin más sombra que la gloria del olvido.

Recuerdo tu postura de patriarca, ausente,
como una estatua de ceniza
de algún memorial de abuelos
desaparecidos.

Es probable que así sea
y de ti no quede más que esta añoranza,
tu imagen cautiva incomodando a los turistas
en la mitad bullente de la acera.

Abuelo,
cuánto discurso calcinado por tu espalda,
cuántas promesas resbalaron
por tu cara de cobre, para nada.
Cuántos por último,
invocaron tu figura de indigente
sin la urgencia de ningún apremio
que al menos
te llevara,
dignamente,
hacia
el olvido.



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CAPITULACION



Aquí me tienes,
tan vulnerable
que podría
desaparecer
como una gota
de agua
por la arena,
que podría
fundirme,
evaporarme
tal vez,
como otra gota
en el desierto
ardiendo.
Aquí me tienes
de nuevo,
tan a merced
de tu piel,
que no sé
si después
de este abrazo,
de estas escaramuzas,
de tu paso
por estas heredades,
abriré los ojos
para ver
que aún vivo
y que todavía respiro
tu perfume
de ángel
victorioso.


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FUGA



Mis ojos aferrados al reboso
de tu nítida figura,
mis ojos que te siguen
como una enredadera apegada
al fresco muro de la vida.

Ojos plenos de tu contorno infinito
que inmóviles te esperan hace siglos,
para que tus manos perdidas encuentren mi cuello,
hasta que tu boca vuele
en un capricho de besos y murmullos.

Te esperé desde siempre
con tu risa de sal pura
para fundirte en mi tiempo
de fuego y de amapolas.

Ven a mí como el elixir de mis sueños,
como el vino rojo que me embriaga,   
envuélveme, cércame,
ocúltame en tu pelo negro,
que salte por mi espalda
caudaloso como un río de diamantes,
como un nido de sombras enredadas,
donde ahora me cobijas lejos del mundo.

Invéntame ido, remoto
en un rincón salvaje, allí seremos
sólo dos latidos que germinan,
como dos estrellas
que vibran
en medio de la
noche.



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PÁJARO DE FUEGO



Desde el tepú hasta el canelo.
Yo sé que la esperabas
como espera el desierto el aguacero.
Yo sé cuánto la amabas
con tu concierto de alas por las tardes.
Inútil intento el de tu afán y tu sosiego
si la flecha
te alcanza con su amago vuelo,
inútil trino
horadando ahora sólo tu silencio.
Pobre pájaro de fuego,
definitivo
y de escarcha.
No fue mi brazo ni mi anhelo
el que taló en el aire tu sueño,
no fue mi mano, áspera en su hueco
quien apagó esa tarde tu vuelo.
Tú lo sabes,
porque también la esperaba aquella tarde de febrero,
y que inventaba su voz junto a tu tepa y tu canelo,
sabes del latido que dejó su oscura ausencia,
y cómo regué su nombre entre el silencio y el cielo,
tú lo sabes, que locura…
el madero atravesando
la carne de su propio carpintero.
Ahora tú lo sabes,
                                                          porque ambos
                                                                           estamos
muertos.


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CARTA DE NAVEGACIÓN


No es que tenga discusiones con el arte
Araño el alma para acordarme que aún existo
Y estas huellas que endilgo a las paredes
Como una estocada retorcida
No son más que un ladrido
de esta perra vida
Un recordatorio por donde pasé
orinando tinta negra
Un maldito jeroglífico del siglo XXI
Tatuado en las espaldas de todos
Y a la cerca de cualquier vecino
A tientas camino disgregado
Y le dejo un garabato a la mano de Dios
Porque aparte de este mar
y estas montañas
Aparte de este laberinto de cemento
Ya no puedo con esta ciudad
perdida
            en sus propios
desencuentros.


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