lunes, 22 de agosto de 2011

LOS DEMONIOS DE DON CRISTIÁN


Cristián Labbé
¿Crees en brujos, Garay?
-   No sé, pero que los hay, los hay.   Era el típico refrán popular que buscaba explicar aquello que comúnmente no podía explicarse, al menos rápidamente, la muletilla preferida de los que optaban por dejar al imaginario de cada cual la solución que mejor les pareciera, de tal suerte que  nunca se agotarían los esfuerzos por buscarle la quinta pata al gato, ni habría que desgastar neurona alguna en demostrar bajo al figura de la objetividad una teoría que justificara tal o cual postura.  En definitiva era la monedita de oro, el comodín soñado a la hora de las argumentaciones, porque esto de tener que brindar explicaciones no sólo resulta incómodo, sino que además indigno cuando de jerarquías se trata.

También resultaba adecuado a la hora de meter la cuchara para revolver el gallinero y exacerbar los ánimos de algo que nos diera lata tener que identificar al menos con un digno sustantivo y así endilgar al resto sobre las intenciones de nuestra propuesta.

Es que a la hora de expresar  pareceres, bajo ciertas circunstancias, el protocolo pareciera ser lo menos importante, como si los que finalmente reciben el mensaje, en su conjunto, no pasan de ser más allá de una “manga de inútiles subversivos” que poco y nada de respeto ni formalidades merecen.

jueves, 18 de agosto de 2011

EL NIÑO ENCADENADO












El titán acosado por el águila.

                   “Adosado ahora a las cadenas de una antigua tragedia griega, estos niños, titanes de nuestro tiempo,  como Prometeo, elevan su osadía de haber engañado a los dioses modernos del mercado para enrostrarle su descaro al mundo entero, en la dignidad de una lucha justa, desigual e indolente”.


Nunca pensé que escribiría sobre una huelga donde los protagonistas fueran niños, jóvenes apenas, en particular porque siempre asocio este tipo de movimientos a los viejos obreros polvorientos y desaliñados como la gente del carbón o de alguna miserable salitrera.  Menos que, estos jóvenes y adolescentes maltrataran su propio cuerpo para llamar la atención de lo que consideran una injusticia.  Poner en riesgo su integridad, exponerse a la autoflagelación, los dolores estomacales, los calambres, vómitos y descompensaciones en una edad donde sólo debiera primar la alegría -no parece al menos a simple vista- razonable.

lunes, 15 de agosto de 2011

EL FINAL, A MI MANERA









Habré perdido la cuenta de cuántas veces se anuncia con fanfarria incluida el final de algún estado de cosas, así por ejemplo, en la memoria reciente, todavía repica el término de las listas de espera en los hospitales, o el fin de las colas para acceder a un número que asegurara la atención de salud y hacerla más digna.  Ni hablar de los finales felices que el tiempo se encarga de enrostrarnos que los cuentos de hadas no son más que ilusiones lejanas de un recuerdo infantil.

Así las cosas, el fin del mundo, tantas veces pregonado por los enajenados de turno resulta una y otra vez  -a estas alturas- una suerte de tic folklórico “very much typical” el cual ya nadie toma en serio y es motivo de sorna generalizada.  Es que los finales son, a diferencia de lo que se pudiera creer, muchas veces impredecibles, y lo que estaba escrito a rajatabla puede desmoronarse ante nuestras narices, tal vez para recordarnos lo frágiles que somos frente a nuestra propia naturaleza.

sábado, 6 de agosto de 2011

EL TEMBLOR DE LOS ANIMALITOS MUERTOS



Camila Vallejo
 
Sin duda, los últimos acontecimientos han remecido al país, porque este es un país que nos tiene acostumbrados a los movimientos, de manera que siempre algo se mueve a flor de piso y nos recuerda lo inestable que puede ser la tierra que amamos, de suerte que cuando uno ni se lo imagina, algo se desliza, se rompe, nos entierra, o simplemente nos ondula los pasos.