martes, 1 de noviembre de 2011

FALLAS DE RAZONAMIENTO (El silogismo aparente)



 
 
“Puedo caminar y no caminar
Pero caminar y no caminar es imposible
Puedo lo imposible.”

Este es un clásico ejemplo de una lógica donde las conclusiones no son comprobadas, y lo más probable, equivocadas.  Pero es impresionante como esta manera de inferir las cosas sigue en nuestros días haciendo eco en los incautos que prefieren dejar a otros la tarea de pensar y dejarse llevar por todo aquello que se escucha o se ve sin  cuestionar nada de su esencia.

“Este está fallado”, era lo mismo que andar lesito, o algo duro de cuesco.  Entre niños un motivo de juego o de burlas cuando algo no andaba bien en la cabeza del otro, ya sea porque el conocimiento era más esquivo, los cálculos no cuadraban,  o el señalado era poco avispado o más bien flojito.

Comprensible cuando de juegos de niños se trata, porque a través de ellos van conociendo el mundo y las enormes potencialidades que este encierra.  Cada día un nuevo desafío al intelecto o a las habilidades. 


Ya Aristóteles propuso la lógica del método deductivo -ese de lo general a lo particular- y el mérito estuvo más bien en intentar una explicación de los fenómenos, y aunque su método estaba lleno de portillos  todavía algunos naufragan en su afán de llevarnos a razonamientos inválidos, aunque a veces,  puedan exhibir un aspecto de raciocinio correcto.  Entonces estamos en presencia de una falacia.

Por estos días, muchas han sido las argumentaciones para no dar educación gratuita a todos los sectores, entre otras cosas “porque el 95% más pobre no puede ni debe pagarle la educación a ese 5% más rico del país, que se la paguen ellos porque pueden”.

Suena bien, casi coherente, de no ser por la ausencia absoluta de someterla al sano ejercicio de la teoría de las falacias.

El sol calienta mucho
Mientras más me acerco al sol más caliente sentiré
Si me subo al monte más alto de la Tierra estaré calentito.

Algo no andan bien en esa lógica aristotélica.  La falacia usada con argucia fácilmente nos llevará al terreno del sofisma, donde la argumentación está orientada con el deliberado propósito de engañar al otro.  (aquí si que hay dolo, diría mi abogado).


Y Chile es el paraíso del sofisma, donde cada razonamiento está revestido de una apariencia capciosa, de manera que a cada instante nos encontramos con los más variados slogan destinados al encandilamiento:  Palabras que nos producen deleite, en el sofisma del fulgor,  sobre todo cuando de apoyar un proyecto económico se trata, o el sofisma del deseo, ese que se usa para empapelarnos con publicidad engañosa, o esos ad populum dirigidos “al pueblo” en horario de matinal.   También está el ad baculum donde la amenaza por la fuerza es su caballito de batalla, hermanado con el sofisma del miedo, tan usado por nuestra clase política desde los tiempos que en Cuba “se comían a los niños” hasta nuestros días cuando un par de cabros encaran al Ministro de la discordia en el ex Congreso Nacional, provocando la “inestabilidad del Gobierno, la hecatombe del final de los tiempos, o la sedición pura,  a pura fuerza de violencia insostenible”.

Bien lo saben los políticos de turno, el sofisma apela a la emoción (al Pathos) y no al Logos (la razón).

Y no estamos hablando de un error, que es el estado de una opinión falsa, no nos confundamos con el paralogismo de alguien que involuntariamente emite una incorrecta inferencia obrando de buena fe, sino que estamos frente al instrumento del error con el fin de manipular el vicio de una opción.  “La educación no debe ser gratuita para todos” consentía el Presidente de la Cámara de Comercio de Santiago, Peter Hill.  (El Mercurio 20-10-11).   Una afirmación categórica  que no deja espacios al cuestionamiento de la gallá -hacia ellos va dirigida-


Claro que don Peter Hill y este Gobierno -entre otros actores- olvidan que hace muchos años el Señor John Stuart Mill reveló el método inductivo, basado en la observación, con un procedimiento empírico (desde lo particular a lo general) y que hoy es propio de las ciencias demostrables.  Un método experimental basado en el ensayo y error, también usado hoy  en ciencias sociales, donde las premisas convertidas en  hipótesis son sometidas a la comprobación antes de ser simplemente aceptadas.  Así las ciencias formales, esas que trabajan con las cosas del pensamiento, deben pasar la rigurosidad científica para finalmente obtener resultados fiables y concluir cosas verdaderas.  Ya lo señalaba kant en su “Crítica de la razón pura” donde aconsejaba omitir lo que así mismo concierne como sujetos, es decir, los sentimientos, impresiones, deseos, Etc.  De manera de poder trabajar desde la más profunda honestidad intelectual, o sea, desde la objetividad.

Si el 5% ó 10% más rico del país se paga su propia educación no permitirá el aprendizaje de los diversos contrastes sociales dentro del aula, no conocerá la visión de un mundo distinto que no sea el de la opulencia de donde vienen, jamás comprenderán  la diversidad de pensamientos y la riqueza de lo distinto, ni aportarán sus propias experiencias en un feedback necesario e imprescindible para entendernos como seres humanos solidarios, inclusivos y comprensivos de las diversas realidades dentro del mismo suelo.

Si los más ricos se pagan su propia educación se crearán nuevos guetos de formación académica donde se perpetuará el círculo de la segregación económica, y con ello se extenderá hacia un mercado laboral segmentado por los prejuicios y las deformaciones de ese mercado elitista.  Ello está lejos del objetivo final que es un ser humano libre de la cuna que lo vio nacer, y valorado por su condición intelectual,  y como  persona cabal y humanitaria.

El actual sistema está hecho con fines distintos al de la inclusión social, está hecho para perpetuar le elite económica por sobre los valores intelectuales (el que tiene lucas estudia).  Ello es simplemente inaceptable.

Por otro lado, los  más ricos deberán aportar con una carga impositiva mayor, y podrían -por ejemplo- efectuar una pasantía  (como los médicos)  a favor del Estado como justa retribución al país que los educó.  Fórmulas no faltan, sólo voluntad política.

Lo que falta es sin duda no caer en la falacia de la argumentación de aquellos que ven que el negocio se les acaba, incluyendo a los personeros de este y anteriores gobiernos que inescrupulosamente han esquilmado a la clase media de este sufrido Chile, que ya bastante ha debido soportar con la inmoralidad de las isapres, de las AFP, el retail, los negociados del agua, la electricidad, la telefonía, Etc. Negociados todos legalizados con  la venia de nuestra clase política.            
      


Con la mística y la fuerza de la razón, los estudiantes de mi patria seguirán luchando contra el sofisma predilecto de los políticos empresarios:  La negación constante arropada  con  el disfraz de la avaricia. 

Y sólo para tenerlo en cuenta:  Pronto llegarán las elecciones municipales.  Será nuestro deber cobrarle a estos mismos políticos, la deuda que mantienen con su juventud y  con su pueblo.


 
Gabriel Reyes.
PPdM
Puerto Montt, Chile.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario