domingo, 16 de octubre de 2011

NADA ES PARA SIEMPRE


Ex-estación de ferrocarriles Angol

No  hay mal que dure cien años, ni tonto que lo resista reza el refrán que tempranamente nosenseñan desde niños, como para graficar esto de la dinámica de las conductas humanas, porque “hasta los fierros entienden con unos buenos golpes”.  Lo cierto es que el acervo popular tiene una respuesta para todo, una arquitectura creada a fuerza del ensayo y error, hasta que se convierte en un adagio más bien aceptado por todos, casi como una ley física, y mejor incluida en el chasis de cada uno como parte de una conciencia colectiva que nadie discute.



Recuerdo cuando mi padre me llevaba a ver el fútbol de fin de semana allá en Angol, y la gente asistía en familia a alentar el equipo de sus amores, entonces la tarde se transformaba en una fiesta donde moros y cristianos sacaban cuentas alegres de  aquel ambiente deportivo y de civismo pocas veces interrumpido por algún desubicado.  Memorable fue la tarde cuando el pata de palo -el vendedor de barquillos- impetró a un desconocido que llevaba una radio a pilas y mirándolo con picardía le dijo a media voz: “tócala pus cachimba”, y éste le tocó la pera de un puro combo que le hizo volar los barquillos para alegría de los pelusas que se abalanzaron como pirañas sobre tan divino tesoro.  Pero eso es otra historia.

Uno pensaba que llegaría a grande y trabajaría en algo por mucho tiempo, como don Rubén, que se jubiló en el Correo, donde laboró casi toda la vida.  O que el pata de fierro inundaría la estación por las mañanas con ese mar humano subiendo y bajando a los andenes en medio de una algarabía matutina casi religiosa, donde pasajeros y comerciantes esperaban el acontecimiento diario de ver llegar el tren de las 8 AM como un ritual magnífico donde poner a prueba los abrazos y las despedidas.  Comprar una gallina en el andén para llegar con un engañito a la casa era también parte de aquella  idiosincracia recurrente.

Pero los tiempos cambian y dejan sumido en el recuerdo aquellas imágenes de nostalgia para reemplazarlas por otras más vertiginosas, más inciertas y por sobre todo más impredecibles.

Ir al fútbol ya no es lo mismo, uno debe poner en la balanza desde la calidad del partido hasta el riesgo de asistir sin armadura protectora, porque ninguna ley de violencia protegerá a nadie del toscazo de las barras bravas o el desorden en las graderías.  Tal vez por eso la Intendenta de Santiago prohibió en ingreso de los hinchas de Colo Colo al estadio de Apoquindo, poniendo en un mismo saco a los vándalos y a los hinchas que de verdad asisten con verdadero espíritu deportivo.   Al parecer da lo mismo, porque a fin de cuentas la doña tiene la facultad de hacerlo y no hay recurso de que valga:  los roteques no entran en el recinto de Apoquindo.

Para ello se tiene a la policía, que como buenos auxiliares de la justicia (esa igualita para todos) despliegan una buena cantidad de recursos y anillos de seguridad con tal que “los fonolas” cumplan su ordenanza.  Me pregunto qué hay que hacer para tener un negocio donde Carabineros auxilie mis ganancias con cargo al erario nacional, porque a fin de cuentas ni un solo peso sale del bolsillo de las S.A. deportivas que son privadas, que muy a menudo usan los estadios o infraestructura fiscal sin poner ni uno y  abusan de una institución que se supone de todos los chilenos.

Bueno, de todas formas, unos pocos pataleos y algunos detenidos por desórdenes no va a empañar una jugosa jornada donde algunos dólares siempre quedan en la lima, ya sea por la venta de entradas o por el CDF, porque a fin de cuentas esto es un negocio que como cualquier fonda dieciochera requiere que el orden público sea mantenido, y si es por el bolsillo de todos los chilenos cuanto mejor (No olvide exigir su boleta).




El asunto es que los cruzados le dieron una tolola de antología al Cacique, que andaban más perdidos que el ministro Bulnes en una asamblea de la Confech.   Otros tiempos cuando el Colo era un equipo respetable y no sólo un semillero para la venta de promesas futbolísticas.  Es que hoy el  fútbol es lo de menos, el negocio es lo importante.

Me entristece ver cómo todo gira en torno al verde billetito, y aunque desprestigiado y desvalorado sigue gobernando nuestras vidas cual señor y rajadiablo, un reinado que ha durado tal vez demasiado, porque ya no hay dudas que un nuevo orden mundial se avista, como cuando Rodrigo de Triana gritó desaforado hace 519 años ¡Tierra, Tierra!, una marea enorme de ciudadanos recorre el orbe con la fuerza arrolladora de un tsunami, cansados de ser la zona de influencia de las compañías, y el sujeto de la usura desmedida de la banca. 

En Chile el poder ciudadano también despierta hacia nuevos horizontes, llámese movimiento estudiantil, ecologista o indignados, lo cierto que este pueblo ya no está dispuesto a perpetuar la avaricia de quienes tanta pobreza han infligido a la familia chilena. 



Gabriel Reyes,
Cónsul PPdM para Puerto Montt.
http://gabrielreyeschile.blogspot.com


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