miércoles, 5 de octubre de 2011

DIA DE LA DIGNIDAD AMERICANA




"Todavía el látigo de la desidia y el hostigamiento azota las comunidades mapuche de Chile (y Argentina) que aún se levantan contra la usurpación y la marginación impuesta en nombre de la ley por un Estado hostil, que no duda en aplicar textos antiterroristas (incluso a menores de edad) con tal de asegurar una postura enérgica que garantice a las forestales y a los grupos fácticos del poder económico, que estos pueblos están bajo control."


Estaba en el museo Dillman Bullock,  en el fundo El Vergel de Angol,  Novena Región de la Araucanía, frente a algunas de las piedras horadadas por los kofqueches -cultura inmediatamente anterior a la mapuche- cuando topé con la figura de una momia (aclaro que no era la Patricia Maldonado) sino una verdadera momia nortina, en una caja de cristal, semidesnuda, acuclillada sobre un sopor de 5000 años.

Cerré los ojos un instante, y ese esqueleto corría convertido en un niño por la pampa, libre como el viento.

Sólo un chasquido de los dedos, y al abrir los ojos,  el misterio de su vida se alejó hasta mi cara, viajó miles de años para recalar tan sólo unos segundos  ante la fragilidad de mi presencia.  No podía dejar de preguntarme cómo habría sido su vida en el norte de Chile, bajo esos cielos azules,  sin nada que ambos tuviéramos en común más que el destino de la muerte en algún lugar del tiempo.  Podía ver la carne de su cara conservada por la sal, su cabello y su manta tejida.  Estaba frente a frente con un antiguo habitante de mi país, uno tan verdadero y original, que compartía la calidez de su libertad con mis temores frente a la vida; sus ojos tenían la suavidad de un descanso eterno no traumático, muy lejos de la crueldad de la conquista cuando el tiempo se encargaría de hacer pasar por esos mismos lares la pisada de los torvos españoles, ávidos de riqueza a cualquier precio.


Tal vez ni el Colón de aquel lejano 1492 imaginó siquiera las consecuencias de su aventura, cuando su osadía descubridora trajo tropas de facinerosos y desalmados, para sembrar el terror sobre estas pacíficas poblaciones, en su mayoría recolectoras y cazadoras.

Los Picunches y los diaguitas no fueron escollos para copar el wallmapu, sólo los araucanos -mapuche- hicieron frente de verdad al invasor.  519 años después de aquel acontecimiento, la conquista no termina, aún después de las desiguales batallas, del exterminio sistemático de casi todos los pueblos originarios, incluyendo los Yaganes, Kaweskar, Selkman, Tehuelches, Onas y Alacalufes, porque lo que no mató el acero, lo exterminó el alcohol y las enfermedades del europeo. 

Todavía el látigo de la desidia y el hostigamiento azota las comunidades mapuche de Chile (y Argentina) que aún se levantan contra la usurpación  y la marginación impuesta en nombre de la ley por un Estado hostil, que no duda en aplicar textos antiterroristas (incluso a menores de edad) con tal de asegurar una postura enérgica que garantice a las forestales y a los grupos fácticos del poder económico, que estos pueblos están bajo control.

Hace un par de días, y luego de estar en prisión durante más de dos años el mapuche Luis Tralcal,  y año y medio Mauricio Huaiquilao, -de la misma etnia- fueron dejados en libertad por falta de méritos, ambos acusados por ley antiterrorista.



Ese 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana avista tierra para cambiar el rumbo de esta región del planeta y reclamarla por la fuerza, por la espada como al enemigo odiado, o por la cruz, como al hermano sometido.  En su nombre se cometerán los horrores del exterminio:  ¿Qué es lo que celebramos entonces?  Los gobiernos de turno han fijado dicha fecha como un feriado “festivo” como si el ritual de la muerte de millones de indefensos hermanos americanos fuese un digno motivo de celebración.

La mentira con que se escribe la historia y el vergonzoso eufemismo con que se lleva a las aulas contribuye hoy como ayer, a convencernos sobre esta mágica fusión del conquistador y pueblos originarios,  como si ella hubiese sido un baile de la primavera, este homenaje a la nación descubridora y civilizadora no fue más que otra desfachatez de aquellos mismos españoles, que en 1913 se congratularon de la hazaña del descubrimiento.  Después vendrían los aprovechados de siempre, los abogados del dólar, y “…los ricos de hoy celebrando a los ricos de ayer, en nombre del Padre del oro y del Espíritu Santo.”  (Mauricio Buendía, Punto Final)

Los facinerosos de ayer, al igual que los conglomerados de hoy, sólo festejan los intereses del gran capital.  

En el Chile de hoy, hay demasiadas falencias, promesas y acuerdos internacionales incumplidos, que el Estado ha firmado para la foto, demasiada violencia policial en contra de las comunidades mapuche, demasiados intereses y heridas abiertas que como nación no hemos curado a la velocidad que las urgencias requieren, como para celebrar esta fusión histórica.  Estamos conscientes que no podremos cambiar el pasado, que lo que ocurrió es irrenunciable, pero vanagloriarse de un presente espurio y castigador es simplemente déspota, dejar abandonados a nuestros hermanos aborígenes resulta impresentable.  Todavía recorren el desarraigo como una estocada inconclusa al alma originaria.  La deuda política con los mapuche -por ejemplo- es de una urgencia arrolladora.  Un Estado indolente que abandona y castiga con el monopolio de la fuerza a sus pueblos originarios nunca dejará de recibir bofetadas en el escenario internacional.  

La momia del norte sigue la eternidad de aquel sueño libertario, lejos de las nuevas conquistas europeas, lejos del actual sometimiento económico a estos pueblos americanos que hoy se inclinan ante el dólar, el euro, la tecnología y las ideologías de una libertad de mercado tan caníbal como ilusoria.




Gabriel Reyes,
Cónsul PPdM para Puerto Montt.
http://gabrielreyeschile.blogspot.com

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